Como bien dice el primer comentario de GM, se trata de un espacio de reducidas dimensiones, por lo que conviene llamar para reservar en fines de semana. Además de la Caillete de castañas, probé también una ensalada con jamón de pato y foie y para los amantes de los platos con salsas contundentes y sabores fuertes unos pieds, pequeñas bolsas confeccionadas a base de callos y rellenas, creo recordar, de carne picada de cordero (no lo recuerdo exactamente).
Nosotros también pedimos el syrah del comentario de GM. Las copas son mejorables y la atención del camarero, simpática y agradable.
Preparan steak tartare por encargo. Sitio curioso y al que vale la pena acercarse para probar.
Se accede a esta taberna francesa por una pequeña puerta a la calle Trinquete Caballeros, que pasa casi desapercibida.
Local de mínimas dimensiones, decorado con escasos medios. Le hace falta una reformita.
Típicas mesas de pata de forja y sobre de mármol, pequeñas e incómodas, al igual que las sillas de madera.
La reducida barra que hay a la entrada, está habilitada como cocina. Más que cocinar, montan y calientan los platos que han debido elaborar previamente en otro lugar.
Es un espectáculo ver a la joven cocinera francesa (que regenta el negocio junto con un amable camarero español) cómo se desenvuelve en esa agobiante barra-cocina, lo bien que tiene aprovechado el espacio, con qué habilidad se organiza y cómo sube, baja, se desplaza, compone los platos…
Cocina francesa, más en concreto del Valle del Ródano.
Nos sacaron de aperitivo una quiche a los tres quesos, muy, muy suavecita. Agradable.
--->Entrantes:
• Caillette de castañas, una pelota caliente, tostadilla por el exterior y rellena de carne picada y castañas, con la indefectible salsa de nata francesa y las verduritas en ratatouille. Interesante. Esas castañas… qué personalidad le daban al plato.
• Verrine Ratatouille. Terrina de verduras cortadas en daditos, cuya parte superior era una capita de crema (con nata, cómo no) de queso de cabra, y con unas tulipas trinchadas. Al ser transparente el vasito, era realmente estética la presentación. Luego lo rompías todo y lo mezclabas. Rico.
--->Principales:
• Confit de pato con manzana al vino dulce de Jerez. De textura un tanto gomosa y buen sabor.
• Guiso de conejo con salsa de mostaza a la antigua y arroz basmati. Mejorable el punto del conejo, sabrosa la salsa.
--->Postre:
• Mousse de chocolate con especias. Tal como nos comentaron eran las del pan de especias. Delicioso. ¿No inventaron ellos este postre?. Se nota.
Así pues, los entrantes fueron muy satisfactorios, y los principales no tanto, debido seguramente a la exigencia que éstos requieren de una confección más inmediata de la que esta joven pareja puede ejecutar de momento.
La carta de vinos contemplaba 4 referencias de Côtes du Rhône tintos, y 7-8 de blancos de la misma zona, además de algún español. Únicamente un espumoso.
Con el aperitivo tomamos un gewurz alsaciano muy resultón, y para acompañar la cena pedimos un syrah, Saint Joseph 2010 “Les Rôtisses”, joven, algo verde, con buen balanceo frutal-vegetal, que con el transcurso de la velada fue afianzándose hasta llegar a un óptimo estado. Copas discretitas y la temperatura un poco desenfocada: pelín calientes los blancos y fríos los tintos.
Merece la pena conocer este establecimiento, sabiendo a lo que vas y a dónde vas. Nosotros incluso repetiremos, porque al fin y al cabo se trata de una taberna, ellos no engañan a nadie, y percibimos muchas ganas e ilusión en sus propietarios, mucha energía y lucha. Nos comentaron que aún no llevan un año. Seguro que cuando vayan haciendo caja y puedan permitirse efectuarle un lavado de cara al localito y consigan de algún modo cocinar in situ, dan de comer de maravilla, pues tienen “manos” y gusto. Los entrantes ya los tienen.