Mi primera vez en la Granada del Penedés. La anterior fue hace muuuuuuucho tiempo.
Restaurante amplio, bonito y algo oscuro. Más que el maitre nos acompaño el acomodador hasta nuestra mesa. Una mesa para tres redonda en el extremo del local, desde donde se controla todo el espacio (unas 10 mesas en total). El defecto, por poner peros, es que es algo justa en tamaño.
Copas Riedel, vajilla, cubertería, mantelería y ajuar en general, a la altura de su fama.
Carta no muy extensa, sin menús degustación, pero con una sección de postres espectacular y que hay que pedir junto con el resto de la comida, dada su elaboración.
Carta de vinos bien surtida, aunque no extensa. Echas de menos algún vino (tampoco vi dulces para acompañar esos fantásticos postres, aunque, la verdad no rastreé en su totalidad la carta a ver si habían, pero que estaría bien que los ofrecieran aparte). En cualquier caso, hay donde elegir, aunque eso sí, hay algunos vinos con precios alocados.
Copa de cava inicial para pensar mientras se lee la carta.
Comimos:
Sirven dos aperitivos previos a la cena- De ellos recuerdo un chupito de bloody mary, muy cargado de pimienta (a mi me gusta así), acompañado de una empanadilla de curry, una cuchara con guacamole, y algo más. Del segundo apertivo no me acuerdo.
Mis compañeros de mesa escogieron de primero el salteado de múrgulas (buena pinta, bueno según decían, pero no probé) y los tagliolini de coral (parece ser que más discretos); yo tomé el pastel de sardinas (muy rico y abundante).
De segundo: mis compañeros de mesa tomaron el bacalao en zurrucutina (un aspecto extraordinario ese morro de bacalao) y yo tomé la lubina con una base de calamar y cebolla (muy buena).
Muy bien el servicio de pan
De beber pedimos Vaulorent Chablis Premier Cru (bebomos dos botellas) a 49 euros.
Postre: Una tatin (no probé), una bola sorpresa (espectacular su puesta en escena) y yo (puestos a morir) el fondant de chocolate palmira (impresionante)
Cafés (bien)