Magnífica experiencia

Sin duda alguna acerté la primera de las dos noches que he pasado en Barcelona elegiendo este restaurante. Lo conocía en su antigua ubicación de la Calle Argenterie ya hace unos añitos, así que tenía ganas de conocer su nuevo enclave. Cambio, sin duda, a mejor. Sensación de amplitud y correctísima separación entre ellas. Ambiente de cierto lujo moderno (sin excesos), con una iluminación perfecta para mi gusto.
Servicio de lo mejor que he conocido en los últimos años. Todos, absolutamente todos, atentos y super profesionales. Mey Hofmann al tanto de la sala e interesándose mesa por mesa, sin prisas.

Carta de la que a uno le gustaría probar de todo. Te permiten pedir medias raciones sin cargo adicional alguno.

Cena para 1 pax:

Unos detallitos de la casa:
Taquito de queso feta con salsa de naranja y aceite
Quiche de soja y gengibre
Gazpacho de sandía

Entrante de la casa:
Tagliatelle de sepia con crema de judías del ganxet

1/2 Revoltillo de bacalao con ajos tiernos y tempura de cebolla: Un revuelto de bacalao de textura muy cremosa con unas lascas de bacalao y adornado con su piel crujiente. Muy bien presentado pero desgraciadamente lo encontré muy, muy salado.
1/2 Múrgulas salteadas y guisadas con foie poelé: Magnífica combinación. Equilibrado contraste entre las setas y el foie con una salsa riquísima.

Pichón crujiente en dos texturas con chutney de cebolla especiada: Impresionante el punto conseguido. Lo justo para no perder un ápice de su jugosa carne. Para recordar toda la vida. Lo acompañaban perfectamente, además, unas cebollitas caramelizadas. Lo acompañé con una copa de Viña Alberdi que me trajo el atentísimo maitre (no la cobraron).

Crujiente templado de vainilla con coulis de frambuesa y grosellas (invitación de la casa): De saltarse las lágrimas. Mágnífica presentación y mejor la explosión de sabor en boca.

Bola sorpresa de chocolate y praliné con helado de cognac XO y salsa de chocolate caliente: Otra brillante escenificación. No podía defraudar y me gustó.

En la sobremesa, otros dulces más sencillitos como una empiñonada o una trufa, entre otros.

Merece la pena destacar la variedad de panes a cual mejor que te sirven en una cestita.

Servicio del vino: Tienen sumiller, pero quizás les pillé en un momento de cambio, ya que la carta me resultó un tanto corta para la categoría del restaurante. Ejemplo solo 4 vinos gallegos entre Rías Baixas y Valdeorras o un par de Ruedas. En tintos, una sola elección posible para todas las DOs españolas excepto Priorat, La Rioja o Ribera del Duero. Mejor en cavas y champagnes (unos 30). Los precios rozando el x2. No pedí vino en cualquier caso (aunque eché en falta la presencia de vinos por copas en la carta), pero por la cristalería Riedle y el servicio que observé en otra mesas lo puntúo como bueno.

Precio total: 76€ (inc. IVA y una botella de agua de 1/2l a 3€)

Nota: No cobran pan y servicio.

Recomendado por 2 usuarios
  1. #1

    Francescf

    La escuela sigue en el mismo sitio. Han abierto un nuevo restaurante.

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