Fuimos a este restaurante dos veces en pocos días. Resumo la segunda de las visitas. De primeros tomamos una lasaña de atún: se trata de una especie de pastel de atún entre dos láminas de una gelatina, que nos pareció espectacular. El otro primero era Morrillo de atún a la plancha fantástico de punto y sabor. De segundo pedimos parpatana de atún, una parte del atún parecida al osso bucco pero más suave, y una rodaja de lubina que sirven sin espinas y pasada por la plancha lo justo. Despuñes tomamos cuatro postres, dos por cabeza: tocino de cielo, arroz con leche, flan de piñones y frutas asadas, todos espectaculares.
El servicio del vino es correcto, aunque la carta es fundamentalmente de blancos. Es un sitio al que volveremos en cuanto tengamos ocasión.
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