Situación y entorno: Bien descrito en el comentario anterior, no haré más precisiones que la de encontrarse cerca de la plaza de toros de Zaragoza. Entorno exterior irrelevante, en medio de una plaza en donde, ciertamente, hay que andarse con un cierto cuidado por la noche, por la conflictividad arriba señalada.
Entorno interior propio de una taberna, con la barra situada a la derecha y el restaurante a la izquierda, sin especial separación entre ambas. La barra dispone de un variado picoteo -anunciado en tablones de las paredes- y de espacio suficiente para tomar un aperitivo antes de comer o cenar. Silla cómodas, de madera, mesas aceptables y con un espacio correcto entre ellas. Ambiente desenfadado y sin mayores pretensiones. De limpieza aparentemente suficiente, pero debiéndose destacar que en la mesa en que nos sentamos -con mantel blanco- había dos pelos sobre el mantel. Coperío y cubertería aceptable. Paredes en colores neutros adornados con diferentes cuadros. Capacidad para unas 40 pax.
Servicio y servicio del vino: Un servicio correcto, sin más, y en el que no hubo muchas esperas entre plato y plato, si bien es cierto que solamente estábamos en todo el restaurante 8 personas en dos mesas de cuatro. El servicio del vino se limitó al descorche y a servir la primera copa. El vino -pizarras del jalón, 16 euros- servido a buena temperatura, sabroso y sin complicaciones. Carta de vinos justa, pero a precios razonables, con predominancia de vinos de Aragón, 5 riberas, 5 riojas, 5 blancos y 5 rosados, algún espumoso y un par de sidras.
Comida: El restaurante dispone de un menú ejecutivo por 18 euros, que cambia con una cierta frecuencia, y que consiste en tres entrantes al centro de la mesa y dos principales (sencillos -hamburguesa y chipirones-). No obstante, el motivo por el que fuimos atraídos era la apertura de unas jornadas sobre la caza en el que, por 30 euros, te incluían unas bolitas de faisán, perdiz escabechada con vichissoise, brocheta de jabalí y milhojas de ciervo con espuma de patata. Junto a ello, una crema frita de postre.
Sin embargo, y dado que fuimos a cenar, el menú en cuestión nos parecía excesivo, por lo que optamos por elegir las dos primeras opciones, y añadir a las mismas una tostada de foie por cabeza, cazón en adobo, una parrillada de setas. Paso a describir el resultado.
Tostadas de foie: Mucho pan -excesivo grosor en la tostada- y poco foie (4). Bolitas de faisan: pastosas (4). Perdiz escabechada con vichissoise: original, lo mejor (8). Cazón en adobo: con un rebozado de hormigonera, malo (2). Parrillada de setas: correcta (6).
Terminamos el vino con un plato de abundante queso idiazabal. Visto lo anterior, lo segundo mejor. No hubo postres sin cafés.
El precio: 112 euros, 4 personas. Lo que incluye dos botellas del vino antes señalado. Hay que reconocer que, al menos, en este aspecto no se excedieron.
Uno más... o, mejor dicho, uno menos.
Pero bastante recomendable.
Alta taberna, con aire cinematográficofolclórico, cómodo, nuevo, y de aire bastante agradable, con vestimenta de mesa acorde. Su situación es bastante céntrica, aunque en una zona un pelín conflictiva a según que horas de la noche salgas, pues está a un paso de la calle Pignatelli, archiconocida como Calle del Caballo o de las Meretrices -por no decir putas-, y según hacia donde orientes tu paseo nocturno, te puedes llevar alguna sorpresilla. Personal atento y servicial.
Cocina a base de platos de toda la vida, algunos con algún retoque. Interesantes propuestas temáticas -bacalao, borraja, caza-, con menús hilados de principio a fin con un ingrediente, carta que llama a pedir platos al centro y ya decantarse individualmente por un segundo, aunque la opción de compartir de principio a fin, tampoco parece mala.
Nosotos optamos:
Una ración de croquetones, que no lo eran tanto, pero estaban francamente buenos. 8€
Ensalada de gallina escabechada. 10 €, un tanto flojilla, le faltaba alma y carácter.
Huevos rotos con foie y boletus, y la clave que nos hizo pedirlo, sin patata. Muy buenos, aunque el boletus no fuese el mejor. 15 €
Cazón en adobo, 12€, muy rico, y como agradezco, poder comer estos adobos por aquí.
Y ya para terminar, en parte para dar de comer a la peque, parte como centro de mesa, y como principal de uno de lso adultos, un arroz de frutas, confit y curry (2 raciones x 17€), logradísimo, diferente, y muy rico de sabor. Individualmente otro se decantó por un bacalao skrei fresco. Sensacional, de los mejores bacalaos comidos en la ciudad. Con un punto picante nada molesto 17€. Otro por unos chipirones plancha 12€, buenos, sencillos y sin errores, y yo por un jabalí guisado, que sin duda fue de lo más pobre de la comida junto con la ensalada 12 €.
La carta de vinos, entre correcta y justilla, vinos correctamente servidos, hay vinos diferentes a lo habitual, pero sin grandes sorpresas. Muy focalizada en las DO's locales y en los tintos, y tirando a cara. Optamos por un Coto de Hayas blanco a 7,50 €, y por un Cuatro Pasos a 15,50 €. 3€ del agua.
160 €, de 5 personas y media (sin postres ni cafés, que conste), con muy buenos platos, otros que empañan un poco la comida, pero que en lineas generales se muestra a un buen nivel, sobre todo para tratarse de una taberna/restaurante. Sin duda para repetir.