Restaurante muy incómodo, tanto por el número de mesas / metro cuadrado como por el servicio de los camareros. La mesa que nos asignaron estaba a medio metro del lavabo y la de nuestros vecinos, a unos 20cm. Ojo con las velas! en un par de ocasiones estuvimos a punto de quemar el vestido de los transeúntes que iban y volvían del lavabo. El servicio va por faena y no se entretiene mucho en cuidar las formas.
Pedimos de segundo un bacalao confitado. No pudimos comerlo puesto que desprendía fuerte olor a lejía. Afortunadamente, el camarero no puso resistencia para cambiarlo por otro plato.
La carta de vinos, sin pena ni gloria.
En resumen, un restaurante que por ubicación y clientela (básicamente turistas) ya puedes imaginarte lo que pretende ser: "bueno, "bonito" y "barato", y lo consigue cara a los turistas, seguro que sale en alguna guía turística. Para el público local, no estoy convencido de que se trate de una buena propuesta culinaria.
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