Al señuelo del Cañadío de Santander han montado este sitio en el barrio de Salamanca en Madrid; servicio lentiiiiiiiiíssssssiiiiimooooo y cuando se les dijo contestaron que eso era bueno: hombre, será bueno para el dueño que se ahorra en personal, pero no para nosotros que esperamos media hora entre plato y plato y para la cuenta; las ravas estaban demasiado fritas, el solomillo se les pidió poco hecho, por el gesto del maitre ya vimos que no iba a ser posible y efectivamente estaba pasado, se ve que los hacen todos igual y satisfacer al clente les importa un huevo; las anchoas te las sirven en la lata, son minúsculas y nada de particular, si te las tomas en muchos otros sitios en Madrid son el triple de grandes y diez veces mejores, o te las compras en Coruñesas auténticas de Santoña, y aquí encima te cobran 20 euros, o sea, a 4000 euros el kilo, eso sí, acompañadas de cinco trocitos minúsculos de pimientos; el té con orujo no lleva orujo, cuando se lo dices te contestan que sí lleva: hijos, llevo cuarenta años tomando orujo y sé cuándo tomo y cuándo no, qué os habéis creído ?; solo estaban bien los buñuelos de merluza con alioli y la carrillera de novilla, EL RESTO: CERO. Y, para concluir, la actitud de los camareros es: vaya, vaya, te hemos hecho el favor de darte una mesa, ya nos puedes estar agradecidos; les dejé 20 céntimos de propina, a ver si lo pillan. Volveré al Cañadío de Santander cuanto esté por allí, AQUÍ NO VUELVO NUNCA.