Justito

Las raciones no son generosas (son exactamente como 3 tapas), el vino que se sirve por copas tampoco hará daño y el servicio de sala fue descoordinado. El camarero trajo todo a la vez y, como nos quedamos con hambre, pedimos otra cosa. Tardó excesivamente, más que la primera comanda. También pedimos más bebida y la trajeron de postre (que ya no pedimos).
La carta es muy corta.
El entorno está cuidado, con mesas cómodas (quizá un poco amontonadas y con poco espacio para los camareros) y con iluminación muy agradable. No se perciben olores de cocina.
Valoro como flojo el servicio de vino por lo rácano, aunque la selección es la habitual para un local de esta categoría. Sorprende por lo poco habitual en estos establecimientos, que instalen dispositivos antigoteo en las botellas, ya que no hay mantel.
Valoro como floja la comida porque, además de escasa, abusaba de los prefabricados. Detallaré que el plato de ravioli trae tres ("como tres tapas") y cuesta 8€, o el de cochinillo, que trae tres "fingers", por 11€.
Finalmente, aunque es económico, la calidad-precio flojea por lo argumentado anteriormente.

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