Digno menú en terracita veraniega

El retrovisor delató la rapidez con la que se acercaba. Estaba ya aquí y no me iba a dejar escapar. Su aroma es inconfundible. Era la vuelta al trabajo que me acechaba sin compasión. Motivo este por el que, en un ingenuo intento, pisé a fondo el acelerador camino de Denia.

Por el camino solicitamos consejo al ilustre forero y restaurantero Toni, patriarca de la comarca, quien tras realizar un meticuloso análisis gastrometeorológico nos dirigió hacia Las Rotas y a este local en concreto.

Estuvimos en la terraza con magníficas vistas al mar, no puedo opinar acerca del interior del local. Mobiliario funcional, cómodo, individuales de plástico duro y servilletas de papel.

Como de costumbre, dos dobles de barril en jarra fría con dos pinchitos como aperitivo cortesía de la casa.

Carta variada siempre dentro del estilo de restaurante de entorno playero. Multitud de tapas clásicas, ensaladas y básicamente arroces con posibilidad de carnes y pescados. Fuimos a morir a un menú que constaba de tres entrantes y ensalada al centro con un arroz del día como principal y postre por 19 €. Al tema:

Pescadito frito. Ocho pescaditos sabrosos y con buen punto de fritura. Fino.

Calamares a la Romana. Ocho anillas sin más misterios. Cumplido.

Clòtxines (mejillones al vapor). Por la foto no las puedo contar pero supongo que serían ocho. Muy gustosas. Clásico.

Ensalada Las Rotas. Generoso plato con variedad de verde, tomate, cebolla, maíz, pipas de girasol, salmón… Refrescante.

Arroz a Banda. De buen aspecto e impresión visual. Bien el punto hacia durito, sin problema en mi caso, pero… algo bajo de sabor y en exceso salado, en función de dónde metías la cuchara. De todas formas, dimos cuenta de él. Lástima.

De postre una Tarta de Queso con mermelada de arándanos muy correcta.

Un bollito de pan acompañó como espectador de lujo aunque puede que un pellizco se llevara.

Para beber, más cerveza. Cuatro dobles en total.

Un par de cafés normalitos completaron la comida.

Servicio ágil y profesional.

La impresión final es que se trata de una empresa que lo tiene todo claro. Saben lo que ofrecen, el público a quien va dirigido, el rango de precios y su equilibrio con el producto servido. No busca complicaciones, busca una cierta armonía en el segmento que se mueve. En nuestro caso, esa armonía se truncó un tanto por el arroz. Un pequeño lunar en el plato principal que hace que se resienta la nota pero no así la experiencia.