Entramos de casualidad, pasábamos por ahí, era la hora de comer y por no repetir en alguno otro restaurante de ese tramo de la Alameda, elegimos éste.
Moderno local de diseño funcional. Agradable, amplio, luminoso. Justitas de medidas y comodidad las sillas y mesas, aunque con buena separación entre ellas.
Cocina de mercado con pinceladas de actualidad, sobre todo en la presentación de los platos.
Había un menú del día (18€) consistente en tres entrantes y un segundo, a elegir este último entre tres opciones. Así quedó la cosa:
Entrantes:
• Ensalada de brotes tiernos
• Crema de alcachofas
• Buñuelos de morcilla
Segundo:
• Arroz meloso de sepia, verduras y gambitas
Todo muy correcto. Platos sencillos, bien ejecutados, con “toque”.
Me agradó la variedad de vinos por copas. Había 4 ó 5 posibilidades tanto de blancos como de tintos. Tomamos una copita de un blanquito del Loira, Vacherón, liviano, afrutado, muy fresquito, y otra de tinto, también francés, un Côtes du Rhone, Charvin, de corte atlántico. Buenas copas.
Servicio grato, brindado por jóvenes ecuatorianas cordiales y bien instruidas, que nos asesoraron bien en el tema vinos.
Recomendable si estás por la zona y quieres comer rápido y bien, en un entorno interesante, con un buen vinito, yendo un poco más allá de los menús típicos de entresemana.
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