Restaurante La Comisaría en Valencia
Restaurante La Comisaría
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Vino por copas:
Precio desde:
12,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
24 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.3
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.8
Comida COMIDA
7.9
Precio medio entorno ENTORNO
6.5
RCP CALIDAD-PRECIO
7.9
Edy-Phillips
Edy-Phillips
Chupa Chups
Dim Sum Vegetal
Churrasco de Pulpo
Huevos Rotos
Tataki de ternera
Sau mai La Comisaría
Huevos rotos
Ceviche de langostino
Postre La Comisaría
Rollitos de queso de cabra
Opiniones de La Comisaría
OPINIONES
15

Teníamos reserva en la terraza, no entré en el interior del local, pero fuera estaban todas las mesas ocupadas, y era martes. La terraza está situada en un callejón, las mesas un poco juntas unas de otras para mi gusto, pero el lugar agradable, sin ruidos.

Lo que me llamó la atención nada más sentarme es una proyección en la pared que venía directamente de la cocina, donde podías ver cómo iban preparando los platos.

La comida excelente y con emplatado atractivo. No recuerdo exactamente los nombres en la carta, pero pedimos: el Tartar de salmón, el Pollo blanco y la Carrillera. El tartar muy bueno, en su punto, aunque comparado con los otros platos lo dejo en tercer lugar. Las carnes exquisitas. El pollo con una salsa ligeramente dulce, con calabaza, y la carrillera con una emulsión de patata y puerros. Sus puntos fuertes: el punto de cocción, el juego con las salsas y emulsiones y los ingredientes de primera calidad.

El servicio atento y muy amable, aunque algunos de los platos se hicieron esperar.

Relación calidad-precio muy buena, volveré.

Reservamos por Verema para la noche del sábado y a media tarde nos llamaron por teléfono de "restalo" (parece ser que es la central de reservas) para comunicarnos que desde ese día, el restaurante no admitía reservas vía "on line".

Decidimos llamar directamente y nos ofrecen dos turnos, 21.00 y 23.00. Optamos por el primero, así que a la hora indicada nos presentamos en el local en cuestión.

El restaurante es similar a muchos de los que han proliferado recientemente por el barrio del Carmen, pequeños, con el máximo aprovechamiento del espacio, todo ajustado al milímetro. La cocina está a la vista, nuestra mesa estuvo justo delante de ella. El chef es descendiente de vascos, ha trabajado en diferentes lugares del mundo, incluido Japón. Como ayudantes tiene a otro vasco y un indio. La cocina es mezcla de asiática y mediterránea.

Los ayudantes se dedican a preparar los ingredientes de cada plato y el chef los emplata, dándoles el último toque con las hierbas y demás potingues que tiene allí.

Las mesas son relativamente pequeñas, altas con taburetes como sillas, la comida la sirven plato a plato, con lo cual no hay sensación de agobio. La cubertería, platos, etc. son de corte moderno, formas cuadradas minimalistas, con copas Schott. En nuestro caso, el tener la repisa de la ventana ayudó a conseguir un poco mas de espacio para el vino y el pan.

El jefe de sala, un argentino que se maneja como pez en el agua, es el que nos atiende, entregándonos las cartas y haciéndonos unas recomedaciones que parece ser son lo que mas gusta.

Tomamos los siguientes platos, todos para compartir:

Chupachups de langostinos con dip de guindilla dulce.- Langostinos rebozados con tempura, de agradable sabor, un buen plato para abrir boca, que a nosotros no nos pareció nada del otro mundo.

Sashimi de dorada salvaje con hierbabuena y crujiente de nori.- Excelente la dorada y todos los condimentos que adornaban el plato que no eran pocos.

Bombetas de pato laqueado con jugo de mango y manzana.- Se sirven unas bolitas de pato envueltas en un tipo de pasta similar al won ton (no sabría decir exactamente de que está hecha) sobre una crema de calabaza. Cada elemento en si no dice nada, pero el contraste de sabores hace que el conjunto sea resultón.

De postre nos recomendaron helado con tacos de plátano, bolitas de chocolate (tipo conguitos pero sin la almendra), espuma de chocolate blanco y caramelo y petazetas, bueno sin mas, se sirve un vaso con el helado en el fondo al que le van acoplando el resto de ingredientes.

En cuanto a los vinos, disponen de una carta muy corta, nosotros pedimos un priorat, L´Inconscient, servido a buena temperatura, dan a catar y nada mas.

Pedimos pan, y nos sirvieron dos panecillos, un blanco y otro con pipas, junto a un bol con tomate y otro con sal maldon.

El chef tiene destreza para montar todos los platos, da gusto verlo, sin prisa pero sin pausa, un buen profesional que llamó la atención a un cocinero cuando le entregó algo que al parecer no estaba como tocaba. Ante la cantidad de platos diferentes que prepara, nos reservaremos otra visita o mas para probarlos, la pinta era excelente y salimos contentos de la cena.

El precio de todo 47,50 € (incluido el vino), con lo cual la comida sale a 14,00 € por cabeza, un verdadero chollo.

Sitio pequeñito,pero bien aprovechado, encanto, mesas altas con taburetes altos. Servicio y cocina totalmente desenfadado. Mi primera recomendación, por lo que me han contado y he podido leer en Verema, es ir entre semana, las sensaciones pueden pasar de estar en un sitio totalmente distinto.

Mesas con camino de mesa, vajilla sencillita y copas Schott.

Un punto a favor: que la pequeña a cocina está totalmente a la vista, con dos cocineros donde se puede seguir las elaboraciones e intercambiar con el chef cualquier tema.La mayoría de los platos, al estar muy tranquilos te los sirve él.

La cocina totalmente de fusión mediterránea con influencia oriental,con toques creativos.Buen producto aunque cierto abuso en salsas,colores y contrastes; perdiendo a veces la identidad de cada plato. La idea es la de compartir platos al centro.

En nuestro caso:
-Sardina ligeramente ahumada con vinagreta templada de tomate, aceituna y cítricos. Lomos finitos de sardina ahumada (de calidad),acompañado de vinagreta con puntos de wasabi y mayonesas de wasabi y coronado por distintas algas.

-Raviolis crujientes de queso manchego ahumado, espinaca y maiz dulce. Raviolis crujientes(hechos con una pasta de arroz con consistencia crujiente), rellenos de queso, espinaca y maíz. La pasta no me acabó mucho, pero el relleno de gran sabor y consistencia.

Rollitos de Morcilla con cebolla caramelizada y cremoso de patata. Pqueños rollos, con morcilla y cebollita muy saborosos, sobre una fuente cuya base era un cremoso de patata, con toques de queso. Sobre esta base, apilados un rollito sobre otro en varios niveles.

De postre:
Original envase, sobre un bote de cristal con tapa, una base de helado (muy frío y consistencia dura, aunque con sabor) de plátano,una capa con dados de plátano fresco y bolitas de chocolate, y coronado por una crema de nata y algún toque de fruta (hecho con famoso sifón) y un picado de almendra tostada y petazetas.

La RCP, en nuestro caso, imbatible, porque reservamos una oferta a través de una web y nos acabó regalando la botella de vino que tomamos y la cerveza. El precio indicado incluye todo.

Volveremos a seguir probando platos de la carta.

Después de resolver un pequeño problema con la ubicación de la mesa que había reservado para 10 personas en la terraza, nos sentamos, un tanto apretados, mi mujer y yo, junto a 8 amigos extranjeros que habían venido de visita a Valencia con motivo de un congreso.
De la comida solo puedo decir que exquisita, las sardinas ligeramente ahumadas, el semi-ceviche de gamba, los huevos rotos, el tomate a las tres texturas (guau), el postre del día. Lo acompañamos con un Bon Homme, aceptable.
Pero el servicio deja mucho que desear, aparte de la antipatía de la chica que nos atendió en la terraza (totalmente opuesta al servicial caballero que nos atendió para resolver el problema inicial con la mesa) lo que más me desagradó es que faltando todavía quince minutos para las 23:00 (habíamos llegado puntualmente a las 21:00) la susodicha chica nos espetara que teníamos que empezar a pensar en levantarnos para dejar paso al segundo turno ¡cuando todavía estábamos acabándonos la última tapa y no nos habían servido el postre!
No sé si volveremos.

Espacio relajado pero cuidado, más bien moderno pero sin pasarse, con una terraza muy agradable (sin coches, claro, dado que está en el corazón del Carmen). Sábado noche con bastante clientela, casi lleno pero no bullicioso. Cubertería y mantelería bien. Sólido verdejo de la casa (Calamar 2011) a precio ajustado en copas normalitas, aunque al nivel de otros del mismo precio. También bebimos un cava delicioso a propuesta del jefe de sala (lo siento, no lo recuerdo).

Ahora, la comida, lo que importa. Propuesta basada en tapas/raciones que toman elementos mediterráneos y asiáticos. Emplatado y presentación muy por encima de la media. Sorprendente (para bien) el uso de los purés como base, nada habitual por estos lares, heredado de una tradición más centroeuropea. Imprescindible la sardina con un ahumado perfecto y un picadillo que acompaña (cebollitas encurtidas, mimosa de manzana verde...), y la carrillada, justo en su punto, con una emulsion de patata y puerro con mostaza verde que le iba como anillo al dedo. Huevos fritos con cecina (!) en lugar de jamón y patatas cocidas (!!) en lugar de fritas, un plato honesto y bueno. Las piruletas de langostinos y el tartar de salmón conseguidos y con buena materia prima como base. De postre, helado de leche merengada con bizcocho de amapola espuma de chocolate y petazetas, también por encima de la calidad esperada en un sitio con este estilo y precio.

Rematamos con unas mistelas cortesía de la casa que estaban realmente en su punto de azúcar y acidez (de Teulada, si no recuerdo mal). Y unos gintonics de Miller's en copa adecuada y hechos con profesionalidad, utilizando lima en lugar de limón (interesante).

Servicio atento y agradable, explicativo, perfecto con la propuesta. Interesante la cocina vista y ver cómo se finalizan los platos.

Lo mejor, la RCP, ajustadísima. Probablemente la mejor opción en El Carmen por debajo de 30 euros (nosotros nos pusimos en más con gintonics y con vino y cava entre tres). Desde luego, volveremos.

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