Después de resolver un pequeño problema con la ubicación de la mesa que había reservado para 10 personas en la terraza, nos sentamos, un tanto apretados, mi mujer y yo, junto a 8 amigos extranjeros que habían venido de visita a Valencia con motivo de un congreso.
De la comida solo puedo decir que exquisita, las sardinas ligeramente ahumadas, el semi-ceviche de gamba, los huevos rotos, el tomate a las tres texturas (guau), el postre del día. Lo acompañamos con un Bon Homme, aceptable.
Pero el servicio deja mucho que desear, aparte de la antipatía de la chica que nos atendió en la terraza (totalmente opuesta al servicial caballero que nos atendió para resolver el problema inicial con la mesa) lo que más me desagradó es que faltando todavía quince minutos para las 23:00 (habíamos llegado puntualmente a las 21:00) la susodicha chica nos espetara que teníamos que empezar a pensar en levantarnos para dejar paso al segundo turno ¡cuando todavía estábamos acabándonos la última tapa y no nos habían servido el postre!
No sé si volveremos.