Restaurante marroquí situado en el centro de Valencia, muy cerca de la zona de Ruzafa.
Practica una cocina auténtica marroquí sin ninguna fusión con otras cocinas, como hacen en la mayoría de locales de este tipo.
El comedor es pequeño y se respira un ambiente cálido, distinguido y familiar, sin excesos de decoración exótica.
La carta es corta. Disponen de unos cuantos entrantes, un par de platos de cus-cus, tayines, pastelas y pinchos de carne.
Optamos por platos para compartir:
- Zaalonk, una especie de pure hecha con berenjenas cocidas y tomate. Lo que menos me gustó. Me pareció algo insulso.
- Ensalada Marrakech, hecha con pimientos verdes y tomates asados. Muy buena
- Brinab, triángulos de pasta filo rellenos de queso y carne.
- Pastela dulce de pollo. Plato típico marroquí muy laborioso, que mezcla dulce y salado y que consiste en una especie de pastel de hojaldre casero relleno de pollo, almendras, especias y espolvoreado con azucar glas y canela. Nos encantó. Recomiendo pedirlo para compartir dada su contundencia
De postre un yogur casero con azahar y frutos secos. Muy delicado y aromático.
Y para acabar el invevitable te moruno con hierbabuena acompañado con unas pastas. Sin duda, el mejor que he probado.
Dispone de una carta con 4 o 5 variedades de cerveza y un par de referencias de vino. Optamos por acompañar la cena con unas cervezas marroquies.
Ofrecen también una serie de platos que pueden pedirse por encargo como algunas carnes a la barbacoa, cordero al vapor, pescado del día al horno o incluso salchicas marroquies.
La cuenta ascendió a 19€ por persona, aunque puede subir bástante más si se piden los platos principales de forma individual.
No dudaremos en volver para probar cosas nuevas.