Almuerzo frugal para dos en la pequeña terraza, enfrente de la Estación de Francia. Servicio profesional, aunque bastante frío, acorde al tiempo. Preguntamos a la camarera acerca del tamaño de los platos, especialmente los que estaban indicados como "para compartir". Nos informó que eran tapas y que "para compartir" sólo indicaba que podían compartirse (¿¿¿???). En fin, elegimos un par de platos cada uno y los compartimos todos, además del postre.
- Yakisoba - Presentado en media cáscara de coco. Nunca los había probado con tallarines. Difíciles de comer con tenedor, ya que no nos facilitaron palillos. Ligeramente salados.
- Lágrima y rabo ibérico a la brasa- Muy buenos.
- Su versión del pulpo a la gallega - De poco sirvió que trajesen el plato cubierto con un cubreplatos. El humo de haya que había dentro desapareció ipso facto al destapar el plato. Pulpo algo chicloso. Muy buen sabor.
- Tacos de atún y sandía - Ocho dados, cuatro de cada. Muy buenos.
De postre, su versión de la torrija con helado de vainilla. Delicioso.
Para beber, un refresco y un agua.
Si no fuese porque el tamaño de los platos no lo encontré nada acorde con lo abultado de su precio, repetiría sin dudarlo. Si me llega a pillar con hambre, dejo la visa temblando...
Pequeña terraza enfrente de la Estación de Francia, a pocos metros del Born.
Torrija. Cada trozo daba para un par de mordiscos como mucho. Eso sí, la quenelle de helado de vainilla me encantó.
Los platos son realmente bonitos, a la par que escasos.
Lo de "raciones abundantes" debe ir en broma...
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