Visitamos un sábado noche este restaurante desconocido para nosotros. Qué sorpresa más agradable! Carta relativamente corta pero muy interesante. Platos bien presentados y cantidades suficientes. Compartimos los primeros y los sirvieron en 2 platos para evitar partirlos en la mesa. Un detalle! Carta de vinos bien seleccionada, con varias DO. De primero un pulpo a la brasa con parmentier trufado y el canelón Etapes. Ambos bien elaborados y muy sabrosos. De segundo un rape con almejas y un garrí confitado, tierno por dentro y crujiente por fuera. Ambos excelentes. Sin postres. Para beber un Enrique Mendoza Shiraz en su temperatura. Servicio joven y agradable. Opción muy recomendable! Se aprecia interés en hacer las cosas bien, buenos fundamentos en la cocina y la bodega. El comedor lleno.
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