De Fonda Emilio me agradaron muchas cosas, entre ellas sus platos clásicos

De Fonda Emilio me agradaron muchas cosas, entre ellas sus platos clásicos pero con un toque sofisticado, sus "mongetas del ganxet amb ceba confitada", sus "mandonguillas amb sepia" ejecutadas con maestría, una merluza con la que volví a hacer las paces con este pescado, etc. Su carta de vinos excelente, el servicio impecable; sin ser agobiante, y su propietaria Bibi, amable y detallista te hace sentir mejor que en casa, algo excepcional hoy en día. Lo que menos nos gustó fue la presencia de algunos comensales que no paran de fumar :antes, durante y después de la comida, por lo que si te tocan al lado desvirtuarán vuestros sentidos del olfato y del gusto, y todo ello lo harán entre calada y calada con la vista puesta en un discreto parking del que dispone el restaurant para beneficio de sus clientes.

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