Súper-raciones

en este restaurante, enclavado casi en el mismo centro de la ciudad, me dió la impresión primaban las cantidades sobre la elaboración, hasta el punto de resultar un poco desmedidas.
Decoración algo recargada y de estilo difícil de definir,alternan las fotos de famosos con cuadros de Don Pelayo, con referencias de prensa, con botellas de vino y licor,...
De entrantes compartimos chopos y rabas rebozados, croquetas de jamón, piruletas de bacalao y langostino en tempura con salsa de soja y unas cucharillas de las que no recuerdo con exactitud la composición.
De segundos tuvimos 4 opciones a elegir: merluza a la sidra, bacalao a la parrilla, cordero asado y solomillo. Buen producto en cantidades industriales, ídem las guarniciones.
De postres un variado con abundancia del bizcocho.
Carta de vinos sólo pasable, sin referencia de añadas y copas algos bastas, las cambiaron sin problema con cada 1 de los 3 vinos que bebimos. Como íbamos a menú cerrado ofrecieron el vino del mismo, un Rioja del año que cambiamos por otro. Precios sin pasarse.
Un único camarero lidiaba sin problema con las 2 mesas que estaban ocupadas, un hombre serio pero muy competente y con su punto de ironía simpática.
Pan de un solo tipo, menaje corriente.
Lo dicho, cantidad por delante de elaboración.

  • Merluza a la sidra

    Merluza a la sidra

  • El cordero

    El cordero

  • Bacalao a la parrilla

    Bacalao a la parrilla

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