Cocina con memoria

Lola Marín posee una formación culinaria sólida y variada. Ha salido de su Granada natal para trabajar en diversas partes de nuestro país (Luis Irizar, en San Sebastián, Toñi Vicente en Santiago de Compostela, por poner solo dos ejemplos). Desde hace casi tres años gestiona el restaurante Damasqueros (Damasqueros 3, Realejo, 958210550, Granada). Con lo que nos encontramos con esa raza de cocineros muy implicados con sus tradiciones pero que a aprendido que más allá de sus frontera existen otras maneras, técnicas y posibilidades para amparándose en la tradición dar pasos sensatos hacia el futuro, tan necesario en el sur como en cualquier otra comunidad.

El menú degustación (35€) que ofrecía estos días en su casa es una muestra de sus intenciones y sus conocimientos técnicos. Tal vez sería muy de agradecer acompañar ese menú de un maridaje de vinos de la tierra, que en estos momentos presenta vinos blancos y tintos de interés, bien elaborados, y que serán todo un descubrimiento para quien se acerque a los vinos de las diversas zonas de producción de Granada, llámense Calvente, con un moscatel de 2010, de la zona de Aljete, o un Mendez Moya 2007, donde la tempranillo, la Merlot y la cabernet ofrecen un vino apreciable.
Tal vez haya excesiva descompensaación entre el ajustado menú degustación y los platos de la carta. De la misma manera que sería de agradecer encontrarnos en la mesa con algunos de los deliciosos panes que en Alfacar, pueblo a unos escasos kilómetros de la capital, se elaboran.

Carta de vinos aceptable con precios que podrían ajustarse más.

Servicio correcto con notas familiares que aportan comodidad al cliente.

Desde el inicio notamos el amor por la tradición, croqueta de cocido con salmorejo, pasmos a una sopa de tomate con higos y boquerón, unas habitas con mollejas y huevo, pelota de perdiz/codorniz y habichuelas, atún con raviolis de calabaza y presa ibérica cin cuscús especiado. Como postre una cuajada, toffe de regaliz y helado de café.

Imprescindible si se acercan a Granada. Porque hay respeto por la tradición, hay buenas maneras. Y una ciudad como esta merece que el esfuerzo infinito de cocineros jóvenes se vea recompensado por la presencia de un turismo que no solo quiere tomar tapas gratis, sino dar valor a quien trabaja por recuperar el pasado y actualizarlo.

Los Gintonic a 10€ parecen un poco exagerados, más cuando la tónica ofrecida es una tradicional schweppes, por mucho GVigne que haya en la "maceta".

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