Decepcionante

Según diversas fuentes, el restaurante de referencia en Granada, llevado por Lola Marín, una promesa de la cocina andaluza con experiencia en los fogones de Berasategui, Subijana y Toñi Vicente según reza su propia página web. De arriesgada puede considerarse su oferta culinaria consistente en un único menú degustación que cambia periódicamente, sin maridaje (39.50€) o con maridaje (59€). Unos días antes entramos en su página para consultar su menú y nos atrajeron sus propuestas, pero esa misma noche la cambiaron por otro mucho menos atractivo, bajo nuestro punto de vista, aunque ya que estábamos allí a las 22:00, en pleno corazón del antiguo barrio judío del Realejo, no nos íbamos a ir sin darle una oportunidad.

Local confortable, amplio, con correcta luz artificial (de día sin apenas luz natural), donde domina la madera y sin decoración. Mesas amplias y correctamente separadas. Servicio por encima del nivel de la cocina (al menos esa noche), con un camarero y un sumiller a la altura, simpáticos y atentos a la evolución de la cena.

Como detalles de la casa, un aceite de oliva de cuyo origen no nos acordamos, para acompañar un único aunque correcto tipo de pan. En la sobremesa, unos trozos bastante duritos de pestiño.

Cena para tres personas:

- Aperitivo: Salmorejo ahumado, chip de ¿boniato? y requesón de Montefrío. Un detalle no previsto que nos hizo elevar las expectativas. Nos gustó mucho esta propuesta, original y sabroso por el uso de tomates secos y aromático por el añadido de hierba de mostaza. Muy buen comienzo.

- A modo de ensalada: calabaza, garbanzos y rebozuelos. Triste ensalada con un resultado absolutamente plano; a ciegas, no hubiésemos reconocido ninguno de sus ingredientes. Un par de rebozuelos tristones sobre un hummus carente de sabor. Bajón.

- “Gallina en pepitoria”: Tres albondiguillas hechas con pollo a modo de pellas del cocido sobre un caldito templado resultado de la cocción de la gallina. No sé, pero nos resultó una propuesta bastante floja y sin más historia.

- Pescadilla de Motril, patata en pastel y “ajopollo”: Posiblemente lo mejor de la cena (al margen del vino). Lomo de pescadilla muy limpio presentado con un óptimo punto de cocción. De guarnición, un pastel de patata asado al horno a modo de “gratin” bastante pasado de punto. En el fondo del plato, la popular (aunque en este caso irreconocible) salsa “ajopollo” preparada con aceite de oliva, ajo majado, pan frito remojado en vinagre y almendras picaditas que al menos no camufló el delicado sabor del pescado.

- Carrillera ibérica, polenta, orejones y nueces: Plato ya estas alturas demasiado cansino. Si además, el punto de cocción de la carne no es el adecuado, la textura no llega a ser todo lo melosa que se le supone. Lo de la polenta un despropósito: Una especie de pastel de polenta seco y carente de sabor con unos daditos de orejones y nueces picaditas. Poco lucido el plato, desde luego.

- Pan, membrillo y castaña: Un postre absolutamente anodino. Una especie de bizcocho de pan acompañado de una bola de vainilla y una mousse de castaña que no aportaban nada de nada. Quizás la única nota positiva fue que en el fondo del plato había un caldito de la cocción del membrillo que aportaba un jugoso dulzor.

Buen servicio del vino a cargo del entusiasta sumiller Santiago Cara, con una oferta generosa e inquieta de vinos abarcando la mayoría de nuestras regiones vinícolas, además de alguna presencia internacional. Precios un pelín altos (x2) pero razonables teniendo en cuenta el buen servicio. Pedimos Finca Las Caraballas 2013, un verdejo ecológico de verdad que supo estar a la altura. Me comentó el sumiller que hace relativamente poco pasó de la DO Rueda a la VT de Castilla. Nos gustó muchísimo. Servido a temperatura perfecta y en copas adecuadas. Siempre atento a rellenar sin agobiar.

Precio total: 152.75€ (inc. IVA, cubierto a 2.50€, un refresco a 2.50€ y agua de 1 litro a 2.75€).

Nota: El precio por persona indicado es lo que estimo que costaría tomar en este local el menú degustación sin bebidas.

  1. #1

    Kintiman

    Me encanta Granada, creo recordar que he estado tres veces y solo me he alimentado de las tapas que te ponen, jeje.
    Y cuanto mas te vas hacia el extrarradio mas generosas son.

  2. #2

    lsierrar

    en respuesta a Kintiman
    Ver mensaje de Kintiman

    Pero me da la sensación de que se está institucionalizando lo de las tapas en demasía (hasta la web oficial de turismo de Granada tiene previstas rutas de tapas para el turista) y se está perdiendo algo de encanto. Hace ya bastante, te solían preguntar qué querías de tapa y en muchos casos te la preparaban al momento (recuerdo hasta montaditos de lomo recién hechos). Ahora no. Quizás tienes razón que hay que apartarse de la zona turística.

  3. #3

    Fer B.

    Tengo ya claro, por experiencia propia, que cuando se suma una expectativa... ya no digo alta sino esperanzadora y una experiencia finalmente anodina, la sensación con la que te vas a casa es de mayor desolación de la que cabría esperar.

    En fin... un pequeño borrón.

    Un saludo!

  4. #4

    lsierrar

    en respuesta a Fer B.
    Ver mensaje de Fer B.

    Jopé que razón tienes. No íbamos con muchas expectativas pero si con cierta ilusión y al final naufragamos.

    Saludos

  5. #5

    Bouquet55

    Desde luego la experiencia poco apetecible.
    Saludos

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