Visita imprescindible cada verano para disfrutar de su cocina de calidad relativamente sofisticada y comprobar cómo año tras año suben un peldaño en su propuesta gastronómica y en servicio.
En esta ocasión empezamos compartiendo el clásico bikini de queso Fermió de La Balda y jamón ibérico y unas Flores de calabacín en tempura rellenas de brandada y romesco. Estas últimas excelentes en rebozado y sabor.
Los segundos, una Costilla de cerdo marinada con cerveza Doskiwis y mostaza y un Tártar de solomillo de ternera eco de Cal Tomàs, salsa tártara, yema de huevo y pimentón. Ambos platos, que habíamos degustado en ocasiones anteriores, excelentes.
Postres compartidos, una Tatin de manzana con helado de flan de vainilla, muy rica la tatin y el helado algo pobr de sabor.
Nos dejamos aconsejar por Gerard en la selección del vino indicando que en esta ocasión fuera blanco y de bodega cercana. Nos abrió un Solista No 3 de Mas Geli, 100% lledoner roig, que nos pareció muy untuoso y acertado. La carta de vinos es amplísima y muy bien estructurada.
Mesas muy bien puestas, con separación adecuada. Servicio de sala cada vez mejor.
Para futuras visitas nos comprometemos a seleccionar platos nuevos.
Siguen pisando muy fuerte y es una opción muy recomendable en un entorno con una fuerte competencia.
Tatin
Costilla de cerdo
Tártar
Flor calabacín
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