No me canso

No recuerdo si he cenado aquí tres o cuatro veces. El caso es que en cada ocasión he salido aún más contento que la anterior. El sábado cenamos cuatro amigos bastante difíciles de contentar, y la verdad es que salieron muy satisfechos. Tanto la comida como la atención fueron las habituales: magníficas.
Por supuesto les 'obligué' a pedir los pescaditos con huevo. Qué delicia, por Dios!
Cayó la lasaña de sardinas, quizá el plato más flojo de la noche.
Pedimos foie, rico rico.
La presa estaba bastante buena.
La carrillera es otro de los platos que pasan a convertirse en fijos.
De poste, un par de tartas de fresa, muy buenas.
Para beber nos ofreció probar una sidra francesa muy agradable.
Ya con los platos pedimos Milú, un Ribera del Duero que cumplió a la perfección.
Ya tengo ganas de volver...

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