Otro de los fijos

Este restaurante acaba de pasar a formar parte de mis fijos en Valencia. Anoche acudimos por primera vez dados los antecedentes: el pasado glorioso en La lluerna y las buenas críticas de los compañeros veremeros. Las expectativas se cumplieron y con creces.
Por partes: del local y demás elementos ya se ha dicho mucho. Imagino que en breve valorarán la necesidad de trasladarse a otro local con mayor capacidad porque este se les queda pequeño.
Anoche cenamos bien aconsejados por Michelle, un profesional como la copa de un pino.
Primero un par de copas de vino blanco, alemán y gallego.
De la carta pedimos:
- Pulpo a la brasa. Correcto. Viene con yogur, queso feta... No me acabó, aunque a mi pareja le gustó mucho, y eso que es de la zona donde mejor lo preparan ;)
-Negrita (pescado) con un fondo caldoso con garbanzos. Soberbio. Este plato me recordó a los que se comen en La Pitanza, pero es algo más arriesgado. Plato de mojar pan y dejarlo limpio.
-Vieira con habas, espárrago triguero y jamón. Brutal. La vieira ligeramente ahumada, con aroma a brasa... Me encantó.
-Parmentier de pato. Plato suculento, pero para mi gusto le falta imaginación. No está a la altura del resto. Otra vez, a mi pareja le gustó más que a mí.
-Postre: tarta de manzana con helado de canela, que cambiamos por helado de baileys. Rico.

Para beber, además de las dos copas de vino blanco, Michelle nos sugirió el 12 volts, un vino mallorquín que nos gustó mucho. Y para el postre tuvo el detalle de invitarnos a una copa de moscatel de Eduardo Mendoza y una copita de Tokaji, un vino para enamorarse.

En resumen: trato de 10, comida excelente, vinos a precios muy contenidos y una selección acertada. Además, la variedad de vinos por copas es amplia.

Como decía McArthur: "Volveré."