Por fín...

...,después de 2-3 meses, pude aceptar la invitación pendiente en El Serbal. Dicen que lo bueno se hace esperar. Ya lo creo. No era por falta de ganas, desde luego. Éramos 2 comensales. Me habían recomendado el Menú Dom Perignon, cuyo nombre da las pistas del maridaje (opcional). Hay otro menú Degustación. Pero optamos por la carta: 2 entrantes a compartir. Luego un jargo y un steak tartar, que apareció en el carrito de elaboración justo antes de empezar con los primeros platos. La carne cortada en daditos pequeños, luego el arte de prepararlo, todo en un gran bol encima de hielo, donde reposará al fresco y tapado el tiempo de marinar y mezclarse los sabores. No es fácil lograr este punto. Descartar de los primeros un carpaccio de wagyu con virutas de foie. Luego un arroz con becada, muy original en su presentación envuelto en pasta, como si fuera un ravioli gigante, ya que no ves el arroz. Y encima un trozo de foie. Al levantar o cortar, sale el perfume de la preparación. Muy bien. El tartar, auténtico para quienes gustan de este plato, más logrado a mi juicio que el pescado, y acompañado de témpura de verduras en su punto. Todo eso regado por un Alda Selección (pinot noir) de Sumarroca (Penedés) elaborado especialmente para la casa y escogido por recomendación del sumiller, a quien seguimos haciendo caso para terminar con…un blanco que pueda acompañar el final de los platos principales y los postres, es decir necesitado de un punto muy particular de acidez . Un éxito: Fritz Haag 2005, un magnífico y adecuado Riesling alemán de la Mosela. Mi postre era un “brazo de gitano” -nada que ver con el clásico- con helado de whisky: me encantó Y no soy de dulces). Y el otro: leche frito, en cubitos y envueltos en pasta brick. Ese Riesling resaltó perfectamente los sabores de los postres. Solo recordar y aún lo saboreo. Unos GT, con el carrito de las bebidas además del surtido de panes, la cata de aceite, la amplia oferta de cafés, molidos en el momento, etc...Todo eso ya descrito por otros, pero que al verlo, hace que vives un momento realmente agradable y un placer continuo desde que entras en el restaurante hasta que te despides del personal que te atendió.

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