A tener en cuenta

Ante la excitante duda de visitar un restaurante por primera vez, nos decidimos por acudir al restaurante Palacio Mijares. Las referencias no eran malas. Por un lado las opiniones de Verema y por otra la visita de su página web, nos animaron a acercarnos hasta Mijares, junto a Santillana del Mar.
Es una zona rural, típica cántabra. El palacio está junto a una zona residencial y es fácil de acceder, está bien señalizado. Quizá de noche pudiera ser un pelín más dificultoso pero hay suficientes letreros.
La primera impresión es esperanzadora. Un edificio precioso y que invita a la vistia sin prisa, con atención y sobre todo despreocupación.
Nos recibió el responsable del establecimiento que fue un detalle que recordase nuestro nombre de reserva. Brevemente nos explico la distribución del palacio y nos acompaño hasta la sala donde nos ubicaron en una mesa atendiendo a la petición que habiamos hecho por teléfono.
Es un amplio comedor. Se agradece que las mesas no estén apelotonadas y el mobiliario es confortable. La puesta en escena es correctísima. No se puede pedir más. Eso sí, mucha gente con chaqueta, sobre todo ellas, porque en la sala la temperatura era un pelín baja.
La carta sin ser extensa es correcta e invita a una velada agradable. No es nada espectacular, pero hay platos que resultan apetecibles. Nuestras espectativas se cumplían: pasar un bonito día en la más absoluta tranquilidad disfrutando de una bonita sobremesa.
El servicio de 10. Atentos, serviciales, agradables y pendientes de cualquier necesidad. Es un equipo joven y que está claro que la premisa es la atención del cliente. No resultan excesivos pero sí correctos.
La comida no resultó como esperábamos, aunque adelanto que daremos otra oportunidad a esta casa. Hay que tener en cuenta que no lleva más de un año y que el precio de la carta es excelente. Es dificil comer por menos de 100 € en un lugar como este.
Los entrantes fueron correctos, bien, y el "tropiezo" vino con los platos principales: una merluza y un rodaballo. Crudos., Lástima. No es que estuvieran en el punto de poco hecho. Estaban crudos. No se podían cortar ni masticar. Por suerte, cada vez más restaurantes afinan el punto del pescado huyendo de las antiguas fórmulas que secaban la textura del mismo, pero estaba crudo crudo.
Vuelta a la cocina y nos obligó a comer a destiempo, primero comí yo y luego mi mujer. La merluza hubiera estado muy bien salvo este imprevisto que nos enfrío la comida. El rodaballo deficiente. Además de la crudeza, estaba frío y no debía ser una pieza espectacular por las dimensiones de los filetes. Creo que no era un pescado a sacar en una carta.
El postre bien, una torrija que sinceramente estaba muy rica.
El marindaje un cava excelente calidad /precio y recomendado por la casa. Acertaron.

El precio, 82 € para dos personas. Creo que a este precio es dificil comer en un restaurante de su estilo y con tanto personal y cubertería. De ahí que le daremos otra oportunidad pero sí creo que este restaurante debe corregir esos pequeños detalles para salir verdaderamente satisfecho. Creo que la calidad /precio sería excelente si no se hubiera dado ese pequeño desliz y que los camareros estuvieron pendientes que con las correcciones correspondientes se solventara la crudeza del pescado. Una auténtica lástima. Seguro que fue un pequeño error sin intención.

A destacar la excelente atención y el local. Es un restaurante donde he encontrado lo que anhelo en muchos de superior categoría y que no me han ofrecido. La transición desde la entrada hasta la salida han sido excepcionales. Llegas y puedes poco a poco estar cómodo en el edificio sin sentarte de inmediato en el comeor. HAy un pasillo acristalado que da al jardín con un sofá y mesitas que es una gozada. ¨Lo mismo que un bar/bodeguilla para calentar motores. Luego la sala del comedor preciosa y amplia pero acogedora. La salida invita a tomarse el café o una copa en ese pasillo acristalado sentado en el sofá en una tertulia antes de abandonar el restaurante. Se agradece esa transición de la mesa al coche. Otros sitios es pesada, aquí se puede perder uno en esa agradable sobremesa y la casa no hace más que facilitar las peticiones a sus clientes. Reitero la atención y mimo de sus trabajadores.
Conclusión: el empeño y atención de la casa se deben reflejar un poquito más en esa elaboración que por el precio de la carta tampoco debemos ser inquisidores y exigir como a un estrellado de Michelin. Espero que vaya a más porque el lugar y sus trabajadores lo merecen.

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