Restaurante Paraninfo Flor (CERRADO) en Zaragoza
Restaurante Paraninfo Flor (CERRADO)
País:
España
Provincia:
Localidad:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
14,50 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
16 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
4.3
Comida COMIDA
7.0
Precio medio entorno ENTORNO
8.3
RCP CALIDAD-PRECIO
8.5
Opiniones de Paraninfo Flor (CERRADO)
OPINIONES
6

Nueva visita al referente del menú del día de calidad en Zaragoza, y nueva constatación de que la brillantez del pasado desapareció.Ese giro de tuerca que acertadamente realizó en su día Carmelo Bosque, en mi opinión se tambalea.Se tambalea por sus propuestas de menú ya agotadas,su ya nula capacidad de sorprender, por el agotamiento en todos los sentidos que refleja su cocina. Pero,- y lo peor de todo-, se tambalea por su desastroso servicio.Ante unos infumables fideos con ñoras, dejando el plato tal cual vino de cocina, cómo puede ser que un camarero ni pregunte el porqué de esa circunstancia?Dónde está ese servicio cercano de antes en Paraninfo?Cómo puede ser que siga trabajando esa srta o sra pseudo-maitre con la cantidad de profesionales de sala validos en Zaragoza? Analizen todo lo que rodea a dia de hoy al Paraninfo,pero también Sres Propietarios, tomen medidas, la gallina de los huevos de oro no es eterna.

Cachis en el mar!!. Miro los comentarios anteriores, y yo que pensaba ser el primer integrante de la Casa (la Universidad de Zaragoza) que comentase el restaurante, y que ya se me haya adelantado alguien que también pertenece a la 4 veces centenaria Universidad …. Y mira que iba contento, no sólo porque se come bien, sino porque me hacía particular ilusión comentar algo -el Restaurante- que, a su vez, me obligaba a hablar de otro algo -mi Universidad- que por su propia esencia y su significado, forma parte de mí desde hace ya casi 30 años.

Pues oye, que me da igual. Yo a lo mío, y allá va mi crítica sobre el mismo, con un leve -o no tan leve- añadido sobre la insigne Institución que lo cobija.

Entorno: Ubicado en el Edificio Paraninfo de la Universidad de Zaragoza (antigua Facultad de Medicina y Ciencias), el entorno exterior refleja lo que es el nudo gordiano de Zaragoza. La plaza Basilio Paraíso, con su nueva fuente -consecuencia de las recientes obras tranviarías-, y a partir de la cual se desmembran las principales arterias viarias de la Bimilenaria Cesaraugusta. Un día con sol, desde las escaleras del edificio se aprecia la vida urbana, el ir y venir. Lo he visto muchas veces. Y siempre me gusta lo que veo.

En el frontispicio del edificio -de finales del Siglo XIX- te reciben, sedentes, las estatuas de cuatro insignes médicos y científicos, Andrés Piquer, Miguel Servet, Ignacio Jordán de Asso y Fausto de Elhuyar. Estatuas de pura piedra, como el propio frontispicio, únicamente excepcionada por las maravillosas vidrieras de la Sala Paraninfo (sede, a la sazón, del claustro universitario). Introducido en el edificio, lo que se ve no puede -lo digo en serio- sino maravillar: te encuentras ante un edificio objeto de una descomunal reforma, con un coste de 18 millones de euros, llevada a cabo en un momento en el que la situación lo permitía, y que convirtió un edificio interesante, en una obra de arte.

De frente se observan los primeros arcos, de entrada, y, al fondo, la escalera que conduce al piso superior -donde se encuentran las maravillas del edificio-, presidida por la estatua de Santiago Ramón y Cajal. Todo presidido por unas paredes de color rojo -el sagrado rojo de Derecho-, techos artesonados de madera y bajotechos azules. Un auténtico espectáculo que solo se ve ensombrecido cuando, accediendo al segundo piso, se entra -si se cuenta con enchufe de algún amiguete- en la sede donde se ubica el Claustro universitario, el cual, sólo de por sí, merece ya una visita. Quizá piensen que exagero: ahí les dejo una dirección para que vean que no es así (http://www.unizar.es/paraninfo.html)

Para acceder al restaurante debes girar, antes de las escaleras, a la izquierda -o a la derecha (lo que permite pasar por la Real Academia de Medicina) y tras pasar por unos anchos pasillos (con suelo de madera vieja -de la que cruje- y perfectamente barnizado) y cuyos ventanales permiten ver el patio interior del edificio, llegas al mismo, el cual tiene una presencia interior que casa a la perfección con lo antes descritos, pero añadiendo la funcionalidad propia de un restaurante de nueva creación.

El restaurante presenta una bonita barra semicircular de color negro tras la cual se ubica la cocina del restaurante. Existen dos espacios: un salón grande (normalmente utilizado para celebraciones institucionales) y la propia sala del restaurante, con capacidad para unas 50 personas. Suelo de baldosa color grafito. Las mesas son de tamaño aceptable y están situadas en paralelo a la barra, con una doble fila (son más cómodas y recogidas las que se encuentran al lado de las cristaleras). Las sillas son bonitas, acolchadas y muy cómodas. El espacio entre las mesas es muy bueno. Sin ningún agobio.

Por supuesto, el lugar es de extrema limpieza. De otra cosa quizá se nos pueda acusar, pero “escoscaos” lo somos un rato. Los baños se encuentran al lado del restaurante, y son también ejemplo de ello. En resumidas cuentas, el espacio es muy agradable, pudiéndosele poner únicamente un pero: cuando está lleno, y si estás en una de las mesas interiores, puede haber un poco de ruido y un poco de trajín en lo que se refiere a los camareros. De ahí mi consejo de pedir una mesa pegada a las cristaleras.

Servicio y servicio del vino: Antes que nada, otro consejo: hay que reservar con tiempo, si no malo. Cabe una posibilidad que a veces se produce: que el restaurante esté lleno y te deriven a otra sucursal del mismo (en realidad, al revés) constituida por el Restaurante La Granada (a 5 minutos), en donde puedes degustar también el denominado “menú paraninfo”.

El servicio en general es muy atento. Camareros ataviados de negro, que te atiende, por lo general, con rapidez para lo lleno que está. En esta ocasión estuvieron un tanto “tardanos”, pues tuvimos que esperar casi 40 minutos al primer plato, justificado por el hecho de que tenían una celebración académica en el Salón grande antes mencionado. En todo caso -palabra de Universitario-, ha sido un hecho excepcional en las 7 u 8 veces que ya he estado, dato que no se puede dejar de tener en cuenta.

Por cierto, la vajilla es de calidad, con un muy buen diseño, lo que permite una elegantísima presentación de los platos. Para ser menús, lo cierto es que el nivel, en este punto, es más que notable. La cubertería simplemente correcta. Los manteles y las servilletas de tela blanca.

Lo que sí es flojo es el trato del vino. Ya no es sólo que no cuenten con una carta de vino -que sí la hay, pero que se limita a 5 tintos y 5 blancos y dos cavas (mayoría aragonesa y algún rioja, entre 9 y 15 euros). Es que los vasos de vino son flojetes, que no te lo sirven en las mejores condiciones (un poco calientes, a pesar de tener una cava in situ) y que lo poco que tienen no dice casi nada. Vamos, que no es un sitio para ir a beber, aunque a la vista del previo que al final te cobran se comprende rápidamente el porqué.

En nuestro caso, fue un simple -aunque digno- borsao joven, del cual apenas probé dos copas.

Comida: Llegamos, sin duda, y junto al entorno, a lo mejor. Existen dos menús: el menú paraninfo -que es el que más se toma- y el menú degustación (24 euros/pax), el cual es una selección de los diferentes productos que ofrece el primero de los menús citados.

En nuestro caso, optamos por el menú paraninfo. Siempre 6 primeros, 6 segundos y 5 postres, a elegir uno de cada. Las opciones son muy variadas y la comida elebaorada. La cocina suele ser de temporada, de ahí que suelan cambiar el mismo cada tres meses (de hecho, les tengo que comentar aún el que tomé en las postrimerías de agosto -éste en el restaurante La Granada). Producto de temporada con una eficaz elaboración ¿qué mas se puede pedir?.

En concreto, yo opté por un pudding caliente de setas, calabacín y bacon. La ración era un poco escasa, pero de magnifica textura, sabrosísimo. Con una salsa de pimiento excelente que daba lugar a un conjunto muy correcto. Quizá sencillo en su elaboración, pero magníficamente presentado. Un plato muy elegante. En cuanto a mi mujer, pidió unos fideos jugosos de ñoras y rape con alioli de ajos tiernos. Buena cocción, abundantes tropezones y un sabor marinero rico. Aquí sí que hubo, además, una buena ración

En cuanto a los segundos, mi mujer optó por unos pulpitos estofados con tinta de calamar y arroz blanco salteado. Buena ración, en un plato muy bonito. Con bastantes mas pulpitos que arroz, plato éste que no le llego ni a altura de los talones al que yo pedí: morros de ternera guisados en salsa de cebolla y espuma caliente de patata. La espuma no me convenció del todo, pero los morros ¡¡¡ que morros!!!. Gelatinosos, sabrosos, carnosos, tiernos. 4 trozos, con un rebozadito suave y en una salsa de cebolla y vino tinto….. Buashhhh, para comer hasta hartarse. Qué ricos!!

Los postres. Cualquiera de ellos con una magnífica elaboración y con una presentación a la misma altura. El de mi mujer: atención, sopá de café con leche, cremoso de chocolate y donut. Y el mío: Pasión royal, pasión sorbete, yogur y aceite de oliva.. Dos cítricos, contrapuestos con la untuosidad del aceite y la cremosidad del royal. Fantastico!!

El pan. Una minigallega, de la que se puede repetir. Muy rica, acompañando a la calidad del resto de la comida.

Y todo por …. 16 euros/pax. Ya, que es increíble. Pues no. 16 euros. Imposible mejorarlo.

Buena comida, magnífica presentación y un espectáculo de entorno exterior. Vayan a por lo primero y disfruten; y de lo segundo, si Ustedes quieren -y me honran con el correspondiente privado-, me ocupo de enseñárselo yo, y así satisfago uno de mis hobbys: el de guía turístico.

Ya ven. Les ofrezco un trato que no pueden rechazar. Palabra de Vito Joaquinone.

Y es que sigue rayando a grandísimo nivel. De hecho sigue siendo bastante difícil ir sin reserva aun en días entre semana, y aun llamando con un par de horas de antelación tienes que conformarte con el primer turno.

Siguen contando con el menú diario de 12 €, formado por 2 elecciones del menú más amplio de 17€ (céntimos arriba o abajo). La carta ha cambiado con respecto a mi última visita, si bien hay platos que se parecen bastante. Yo opté por unos fideos caldosos excelentes, y por unas manitas de cerdo rebozadas, esta vez ya soberbias, pudiendo probar el arroz caldoso con crujientes de merluza y pulpo, sensacional, y un buen solomillo de cerdo al horno también muy bueno. Creo que a pesar de conocerlo ya, rindió a mayor nivel que la vez anterior.

El vino que acompañó el menú fue un Viñas del Vero, que ciertamente se podría mejorar.

Restaurante de reciente apertura (1 año), pese a su juventud se està consolidando como referente en su género, emplazado en edificio neomudéjar emblemático, de la antigua facultad de medicina en el centro de Zaragoza. Vale la pena una visita por la excelente cocina en un marco muy interesante y agradable. Local excelentemente restaurado,amplio y luminoso. Mesas convenientemente separadas, vajilla y cubertería muy correctas. Personal muy eficiente y agradable.

Aparte de la excelente carta con precios moderados. Al mediodía se puede optar entre 3 menús (vino y postre incluido), a cuál más interesante con excelente rcp: desde 11,50 €, 16,50 € hasta 33,50 € (menu de degustación), IVA no incluido. Todos los platos con excelente presentación, cantidad adecuada y muy bien cocinados. Mezcla de estilo moderno, como la gran versión de la ensalada César y platos más tradicionales como el potaje de vigilia de garbanzos con bacalao o las manitas de cerdo rebozadas. Todo ello muy ligero y sabroso. Los postres, todos de elaboración propia, mantienen - si no superan - el nivel: grandiosa la tarta de manzana y la panna cota.

Absolutamente imprescindible reservar con un mínimo de quince días de antelación. Altamente recomendable, lo recomiendo fervientemente. Volveremos!

Me atrevería a decir que posiblemente sea el mejor menú del día/ejecutivo, que se puede encontrar a día de hoy en la ciudad.

El marco, tal y como cometa Pablo es espectacular, uno de los edificios seglares más bonitos y espectaculares de la ciudad, aunque su ubicación dentro de él, es un poco escondida, supongo que será una cuestión de práctica y logística. Además, al estar situado en pleno centro de Zaragoza, lo hacen realmente atractivo, y obligan a reservar, en nuestro caso, llamamos con un par de días de antelación, y nos tuvieron que hacer hueco antes de un servicio tardío, hay que decir, que aunque excedimos ligermente la hora que nos habían fijado como tope, en ningún caso nos metieron ninguna prisa, e incluso nos ofrecieron la posibilidad de tomar café, cosa que rechazamos por decoro. Junto con el servicio, agradable y eficaz, hacen que el entorno roce el sobresaliente.

En nuestro caso ni nos ofrecieron ninguna opción vínica, y el menú venía acompañado de un Borsao Selección Joven, conservado en vinoteca a temperatura correcta, y que al hacer bastante tiempo que no lo probaba, no me importó la falta de alternativas, servido en copas más que decentes para tratarse de un menú.

La carta consta de más de media docena de primeros, segundos y postres. Presentado en platos de cierto diseño, con esmerada presentación -siempre relativizando- yo opté por unos fideos orientales excelentes, y bastante mejores que los que puedes comer en los restaurantes asiáticos de la ciudad, y unas manitas de cerdo deshuesadas (hechas terrina) y rebozadas, acompañadas de diversos purés, y una reducción ¿de carne?, bien, aunque se hechó en falta en la terrian algo que aligerase o cortase la densidad de la manita. De postre, una sopa de chocolate blanco bastante rica. Pude probar un secreto de blanco de teruel asado muy rico (igualmente acompañado de purés y salsa), y unos langostinos en ensalada también bastante acordes al resto de la comida. Mención especial a una tarta de queso presentada de forma diferente.

Resumiendo, uno de los mejores menús que he probado nunca -si obviamos grandes "casas de comidas"-, a mitad de camino entre el menú del día tradicional y el menú ejecutivo, y a un precio razonabilísimo (17€).

Lleva abierto desde mitad de Marzo. Ubicado en el interior del magnifico edificio de la Facultad Antigua de Medicina sede del Claustro actual de la Universidad de Zaragoza. Hay que entrar por la puerta principal de la Universidad y llegar al fondo. Asesoramiento y cocina de Carmelo Bosque (del Lillas Pastia)
Presenta 3 variedades de menú
- dos primeros a elegir uno, dos segundos a elegir uno y dos postres a elegir uno,por 11,75 + iva (vino incluido)
- Un menú mas completo tb a elegir entre varios por 33 euros
- Carta eligiendo un primero, un segundo y postre de entre seis-ocho opciones por 17 euros

Vino incluido en todos los casos
Hemos elegido la primera opción porque parecía muy sugerente, de primero unas pencas de acelga rellenas de jamón, bien presentadas
De segundo unos rulos de pollo a la cerveza muy buenos. De postre yo tomé unas peras al vino tinto que estaban espectaculares y bien aderezadas y mi compañero tomo un arroz con leche con crema catalana y helado que estaba tb. muy bueno. De beber un blanco De Beroz. Esto serían 23 euros + iva. Una caña antes y tres cafés, total 29 euros. Parece mentira...pero no

Enfocado quizás a los eventos y actividades derivadas del edificio en el que está pero abierto al publico. Tiene a un lado un salón grande para más mesas y/o celebraciones
Habrá que seguir su evolución e ir probando sus derivas...como crítica negativa....No hay carta de vinos.... ¿es que está de moda? te los cantan,... lalalala

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