Restaurante Riad Cabrera en Turre
Restaurante Riad Cabrera
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
24,28 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
No cierra
Nota de cata PRECIO MEDIO:
33 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.7
Comida COMIDA
8.0
Precio medio entorno ENTORNO
8.0
RCP CALIDAD-PRECIO
8.0
Opiniones de Riad Cabrera
OPINIONES
3

Siguiendo nuevamente las recomendaciones de Aurelio, decidimos "montarnos" a la Sierra de Cabrera y buscar un poco de aire fresco en plena ola de calor bochornoso en la planicie de Vera. No hubo suerte. Tampoco allí corría demasiado el fresco y, según nos comentó Fátima, la cocinera, éste está siendo el verano más caluroso desde que se encuentra allí.

Al lugar se llega como bien dicen mis predecesores por una tortuosa carretera local y siempre en ascenso. Llegamos pasadas las 22.30 y no pudimos disfrutar de las vistas que se intuyen excelentes. Terraza jardín de aspecto muy agradable, arcos de estilo mudéjar que nos separan de la carretera, fuentes, vegetación... Las mesas están ocupadas en un 50% aproximadamente, algunas de ellas alojadas en el comedor interior para poder disfrutar del aire acondicionado, supongo. Es muy bonito, también sea dicho.

La carta tiene una de sus páginas dedicada a la cocina árabe/marroquí, pero, a parte de ésta, existe una amplia oferta de platos de corte más mediterráneo y alguna que otra propuesta de corte más moderno. Nos sentamos cuatro comensales a la mesa esa noche y, tras saborear el aperitivo de recepción (un puré de remolacha, almendra y allioli) realizamos nuestra comanda.

- Berenjena rebozada con miel, almendra y canela: Entrante que compartimos los cuatro. Ración generosa y sabor agradable fruto de la combinación de todos los ingredientes.

- Como segundo entrante pedimos unas empanadillas con ternera especiada cuyo nombre no consigo recordar (4 unidades). La carne se envuelve con pasta filo y se fríen antes del servicio. Estaban ricas.

- Como plato principal uno de nosotros pidió solomillo de ternera al punto con patatas fritas y, siguiendo fielmente sus indicaciones, así se lo hicieron llegar. Taco generoso de carne con un punto que, según mi criterio, se ajusta a la perfección a tal denominación: bastante marcado por el exterior y rosado y tierno en su interior. Lo probé y estaba sabroso.

- Los otros tres comensales compartimos dos preparaciones de cocina marroquí: cous cous de cordero y tallín de pollo de corral: Ambas me parecieron deliciosas y "aptas para todos los públicos". No hay presencia de ningún ingrediente o condimento especialmente "comprometedor" que genere debate o animadversión: las carnes bien cocinas y extremadamente, las guarniciones acertadas a base de verduras y toques ligeramente dulces con ciruelas pasas... Nos gustaron mucho.

Acompañamos la comida con unas cervezas al principio, una botella de Mar de Frades, cafés, GT de Bombay Sapphire y dos rondas de chupitos como apertura y cierre de una agradable velada. Los platos árabes son realmente baratos y prácticamente pagamos lo mismo por las viandas que por las bebidas.

Cuando mi gran amigo Gonzalo me planteó ir a cenar a un restaurante marroquí, me estimuló, y cuando me dijo que estaba en la Sierra de Cabrera, me ilusionó de verdad.

Comida exótica, excursión… ¡Vamos!

Estábamos en Vera (Almería), en rigurosa primera línea de playa. Desde el mar se divisaba la mencionada sierra.

- “Por ahí está el restaurante” señalaba mi amigo hacia el interior, a la izquierda..
- “¿Y cómo te has enterado de que ahí arriba hay un restaurante marroquí?”
- “No sé, el boca a boca…” “Me lo ha recomendado un amigo, me ha dicho que está bastante bien”.

Así que hacía ahí nos dirigimos una nublada noche de finales de agosto.

Realmente sorprendente. Pasas de llanear por unas planicies casi inquietantes a adentrarte en una escarpada sierra. En 14 kilómetros, transitas del nivel del mar a cerca de 900 metros de altitud. Ahí arriba, ahí, en el Cortijo Cabrera, está el Restaurante Fátima (nombre con el que se le conoce realmente).

El contraste es brutal, y todavía lo debe ser más de día, pues me comentan que es una sierra verdosa, frente a la extremada sequedad de la zona más próxima al mar.

Cuesta llegar, porque la carretera es de aúpa.

Cuando al fin lo haces, el cortijo es imponente, está como peraltado, queda muy por encima de la carretera, lo que agudiza su prestancia.

Las nubes ahí arriba ya no existían, se habían disipado.

Nos acomodaron en la terraza. Idílico. Se trata de un patio árabe precioso, con exuberante vegetación en uno de los lados, el edificio en el otro, frente a la entrada, y un murete con grandes arcos islámicos tipo túmido en el otro lateral. El suelo es de ladrillos de barro cocido. Musiquilla árabe de fondo… ¡Qué bien!

La carta es amplia y diversa. Nosotros nos centramos en las referencias marroquís, que es a lo que habíamos venido.

Mientras tomábamos un blanquito, meditamos detenidamente lo que íbamos a pedir para hacer un buen recorrido por la cocina de Riad Cabrera.

Ya sí quedó la cosa:

Berenjenas en tempura a la miel y almendra.
Flor del desierto de faisán.
Cous cous de pollo de corral con pasas y verduras.
Carré de cordero deshuesado al mechwi.

Equilibrado y completo ¿eh?: verdurita, caza, ave y cordero.

Bien, realmente bien.

Cenamos pero que muy bien: las berenjenas jugosísimas, grandes y no muy finas cortadas en suave tempura y con el puntazo de la miel y la almendra; el faisán, encerrado en sabrosos saquitos de pasta filo, con sésamo, cebolla y calabacín confitados; el cous cous, auténtico, una sinfonía de sabores, la versión marroquí de un cocido español; y el carré de cordero, menudo fin de fiesta, tremenda concentración de sabor mitigada por esa textura casi acuosa y con el contrapunto del cilantro y el comino (buena pareja de baile estas dos especias por cierto, siempre garantía de éxito).

Satisfechos, francamente satisfechos quedamos tras degustar esta cocina marroquí con ciertos brochazos creativos.

La carta de vinos, correcta sin más, lo mismo que su servicio. Bebimos un tinto (Gonzalo no es “de espumosos”, una pena, pues le hubiera ido de muerte un cavita, pero algún defecto tiene que tener jaja…), un Austum 2011, un riberita que se comportó.

El servicio, amabilísimo y rápido. Cuando nos íbamos, ya casi atravesábamos el arco que hacía de entrada, salió corriendo Fátima -mi amigo al reservar había comentado la recomendación- a saludarnos. Charlamos ahí de pie unos minutos con ella. Una pequeñita marroquí de mediana edad, con exultante brillo en los ojos. Al preguntarle que cómo se le había ocurrido montar un restaurante de este corte y con esa pedazo de obra en estas latitudes, nos comentó que procedía de un pueblecito de la cordillera del Atlas, que se había licenciado en Derecho, y que le dio el “siroco” y se lió los trastos a la cabeza con el apoyo de su abuela, se vino a España y se montó el restaurante. Hizo un estudio de mercado con la ayuda de una hermana que tiene con estudios de economía, vio que no había competencia y…

Con dos….

Por cierto, estaba lleno, hasta arriba, por algo será estando donde está.

El restaurante Riad Cabrera, conocido igualmente de forma familiar por los lugareños como de Fátima, en honor a su dueña (Fátima Mouhib Housni), se encuentra ubicado en Sierra Cabrera, una de las zonas más vírgenes y pintorescas de Andalucía, y más concretamente en la provincia de Almería, en los términos municipales de Turre y Mojacar. Dista del mar escasos 4 km., elevándose sobre el mismo unos 900 metros, siendo su máxima altitud cerca de 1.000 metros donde se ubica los picos La Mezquita y Arráez con 962 y 919 metros respectivamente.
El acercarse a degustar la magnífica cocina de este restaurante, constituye una bonita excursión y un verdadero placer desde el inicio del viaje, pasando cerca de numerosas ruinas árabes, fuentes, manantiales, ramblas etc, con una vegetación como adelfa, el álamo blanco, nogal, roble, y por supuesto los matorrales mediterráneos como jarales, retamares, romeros, tomillos, lentisco, acebuche y otros muchos. Por supuesto igualmente se pasa por multitud de cortijadas hoy en día despobladas y abandonadas como La Carrasca, Los Moralícos, Cova Negra, La Alcandía y otras tantas que nos encontraremos a lo largo del camino, a pesar de que tan solo Cortijo Cabrera y Cortijo Grande mantienen cierto nivel de población gracias al turismo residencial. Por cierto, sorprende ver en medio de la sierra y concretamente en Cortijo Grande, instalaciones de un pequeño campo de golf con muy buen mantenimiento. Merece la pena mientras subimos dirección al restaurante, hacer un alto en el camino y contemplar el Torreón de Sierra Cabrera que data del s.XI, desde donde se pueden contemplar espectaculares villas a lo largo del cerro.
Siguiendo por el camino donde observaremos multitud de encinares y pinares, eso sí, un camino donde en algún momento deja de existir el asfalto, aunque sin dificultad para circular, y donde difícilmente se pueden cruzar dos vehículos, nos encontraremos enfrente de la vista sin habernos dado cuenta, éste restaurante, en una gran finca de aspecto puramente árabe, por supuesto sin dificultad para aparcar, al menos fuera de temporada. Pero aviso, si se desea conocerlo en época estival, recomiendo reservar para no llevarse sorpresas posteriores, ya que a pesar de disponer de capacidad para un buen número de comensales, no resulta difícil encontrarlo lleno.
El restaurante es un palacio árabe con su decoración tanto interior como exterior característica, con grandes arcos y un jardín en la entrada donde existe una cascada de agua natural de piedra, con una gran terraza ó patio exterior. Inició su andadura en el 2007 y dispone de una gran oferta gastronómica árabe, marroquí y mediterránea, con huerto ecológico privado donde cultivan sus propias verduras.
El local tiene muy buena presentación, con una elegante decoración y separación de mesas, cómodas sillas, con una cubertería, cristalería y vajilla propia de los buenos restaurantes. Las copas para el vino muy correctas. Cada cambio de plato, igualmente de cubertería.
La bodega aunque no hicimos uso de la misma ya que cuando estoy de vacaciones suelo ir acompañado siempre de mis vinos, máxime cuando no sabes lo que te puedes encontrar, resulta aceptable, teniendo en cuenta las características de la zona y ubicación, quedando gratamente sorprendido, con unos precios bastante comedidos. En esta ocasión tomamos un Valbuena 5º del 2001 (si no recuerdo mal), habiendo indicado que nos cobraran el servicio, aunque no nos quisieron cobrar nada, lo cual es de agradecer la atención.
No haré alusión de forma individual a cada plato puesto que seria reiterativo, solo diré que las materias primas son de muy buena calidad, con un excelente trato de las mismas en fogones y excelente presentación de platos a cargo de Fátima, a la cual aprovecho para agradecerle su amabilidad y atenciones recibidas, así como a su marido, con una mezcla de sabores y textura fantásticos, y con unos platos más que bondadosos.
En esta ocasión éramos cinco comensales, con un popurrí de platos pedidos de forma anárquica con la intención de degustar la mayoría posible, y cuyo detalle es el siguiente:
- Berenjena rebozada en tempura fina cubierta de miel, canela y almendra.
- Arroz negro cremoso con gambas y chipirones con crujiente jamón ibérico.
- Couscous de verduras de temporada.
- Couscous de cordero con verduras a la receta tradicional.
- Carré de cordero deshuesado al horno estilo árabe llamado mechwi con majada de comino y cilantro, acompañado de calabaza gratinada
- Solomillo de buey a la plancha con salsa de Pedro Ximénez.
Los postres:
- Tarta de manzana
- Chocolate brownie
- Tarta de pasas y miel
- Mixto marroquí
- Soufflé de chocolate
Al sentarnos en la mesa iniciamos con unos refrescos y terminamos con los cafés, por supuesto incluido el típico té marroquí. Nos obsequiaron con unos chupitos.
El servicio muy atento, profesional y de trato familiar.
Un excelente descubrimiento que aprovecharemos en próximas ocasiones para visitarlo nuevamente y probar nuevos, y deliciosos platos.

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