Tradicional

Fuimos por recomendación de Paco Rodero, de Pago de los Capellanes, a quien quiero agradecer la sugerencia.

De entrada, hubo un pequeño problema que se resolvió sin grandes complicaciones: la reserva era para 4 y se hizo para 2. Nos dieron a entender que les costaría recolocarnos porque estaban llenos, aunque posteriormente vimos que quedaban varias mesas vacías. Se podrían haber ahorrado los comentarios, especialmente cuando sabían perfectamente que nosotros no habíamos hecho directamente la reserva.

Como ya se ha descrito el restaurante, me limitaré a decir que me dejaron echar un vistazo a la bodega de la planta altillo, ya que en la extensa carta de vinos no hay añadas y, después de pedir a la camarera varios vinos con sus correspondientes añadas y comprobar ésta que no los tenían, optaron por que fuese yo mismo quien subiera las escaleras hasta la bodega. La verdad es que me pareció que tenían de casi todas las bodegas de Ribera de Duero, además de algunos de Toro y una pobre representación de vinos del resto de España y algún vino francés e italiano, la mayoría bastante caros. Los tintos ganaban por goleada. Precios, por lo que conocía, bastante contenidos. Buenas copas y buena temperatura. Tan solo descorche.

El almuerzo, sin misterio. Unos langostinos congelados (20,-€) con una salsita aceptable y un par de trozos de morcilla para el niño (2,-€) de aperitivo, mientras se acababa de cocinar el lechazo.

Como plato fuerte, un cuarto de lechazo (39,-€) de la parte delantera (nos dejaron elegir) acompañado de una sencilla ensalada (5,40€) de lechuga, tomate y cebolla que no pedimos pero sí nos cobraron. Pan para 4 (4,80€) que acabamos con el caldito del lechazo, 3 postres que no recuerdo (15,-€), incluyendo un helado industrial para el niño, una botella de Numanthia 2002 (50,-€) y un par de botellas de agua (2,-€/ud.) completaron la comida.

La verdad es que el lechazo está delicioso. Me tocaron las costillas (había poca hambre). Las dejé peladitas del todo. Me tomé casi una hora para dar cuenta de ellas, del caldito y de casi toda la botella de vino.

Pegas: como el plato principal es por encargo, no vimos la carta, ni los precios. Nos cantaron los aperitivos y nos "colocaron" la ensalada sin preguntar. La cuenta, escrita a mano.

Me parece bien que se dediquen a la cocina tradicional, pero el nivel del local merece una puesta al día en servicio.

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