Muy placentero.

Exquisito y acogedor restaurante de Teruel, cerca de la autovía, pero suficientemente alejado para no verla ni oírla, muy fácil acceso. El entorno es fantástico, una especie de masía restaurada donde también se puede uno alojar, vistas preciosas, ambiente muy cómodo y agradable, decoración preciosa, luminosidad natural genial. La comida de corte turolense, pero sin olvidar las cosas de fuera y el buen gusto del cocinero, muy abundante, muy suculenta, a destacar el ternasco de aragón asado y el solomillo al foie, con una rodaja de foie como el zapato de un albañil. Si uno se anima por los precios y los suculentos platos se puede llevar un susto cuando le explote el estómago de tanta cantidad, porque se lo va a comer todo, no se puede dejar. La carta de vinos discreta, pero muy correcta, y el servicio bueno. El trato muy amable y atento, sin prisas, con los tiempos marcados a la perfección, con juventud pero con mucha profesionalidad. Disponen de terraza y patio interior donde rematar la cita con unos cafés, copas y puros o lo que se tercie. Para los más valientes disponen de siesta en la carta, a disfrutar de 16 a 19h. No es ninguna broma. En general, una experiencia muy recomendable a un precio muy bueno.

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