Equilibrio.

Me animo a escribir unas notas sobre mi experiencia en el Kiaora el pasado viernes. Fui en compañía del gran Aurelio, teníamos pendiente vermos desde hace un montón de tiempo y le sugeri comer en este restaurant. Comimos el menú de diario, no he comido, todavia, ningún otro, pero a la luz del comentario de Aurelio,( que fue al día siguiente) creo que es la perfecta antesala para entrar en el universo que ofrece este restaurant.

La propuesta empezó con una Crema de lenteja con calabaza, presentada en una pequeña olla de hierro, bonita y practica manteniendo el calor y la intensidad de principio a fin. Una crema en teoria fina y delicada, pero a la par intensa y contundente, te centra, te asienta, como un buen caldo después de un gran dia. Me gusto mucho la lenteja fina y elegante y la calabaza le dotaba de cremosidad y aroma, todo ello rematado por una potente pimienta y meloso aceite de oliva.

Seguimos con una Menestra al vapor con dashi de mejillones.
Muy sugerente en el concepto, mejor en la realización. Presentado en una cazuela de vapor de bambu sobre un plato donde están concentrados todos los jugos y aromas de los mejillones. Sublime, la verdura con un punto crocanti que se agradece, todo sabor, cada verdura con su personalidad, en este caso de primera, verduras bio, que quizas por si solas podrían decirlo todo, pero cocinas con cariño y profesionalidad, suben a lo más alto. Comida sana y rica. Elementos para nada contradictorios.

Presentado sobre una pizarra rodeada de flores comestibles nos trajeron Calcots, romescu, topimambo y cerdo. Que puedo decir, a estas alturas ya estábamos encantados, realmente sorprendidos, y agradecidos, por la calidad de los platos y la magnifica presentación, junto a la puesta en escena del servicio explicándonos todo lo que a continuación íbamos a comer. El calcot bien hecho sabroso y con un sabor intenso, de los que llenan la boca y los recuerdos. Junto a un romescu fino y delicado que deja el protagonismo al dueño del plato. El cerdo tierno, sabroso, jugoso y con un toque, especial, las flores tamizadas del hinojo, que dotan al conjunto de frescura y ambiente de campo, de naturaleza. Todo ello sin empalagar sin cansar. El topimambo creo que era la primera vez que lo probaba, resulta original, más por su textura, entre carnosa y crocanti junto a cierta melosidad, buen contrapunto con el resto de los ingredientes del plato.

Y como plato fuerte, por cantidad y por buen hacer, terminamos con un arroz de pollo campero, setas y alcachofas. En fin empiezo diciendo que no soy muy arrocero, pero Yelell dota al arroz de lo mejor de las dos culturas que conviven dentro de él. Que son la valenciana y la italiana. Un arroz meloso, con un poco de caldo, textura suelta, sabroso, con un pollo bien sofrito, gustoso, que gusta morder, todo llenito de setas, que juegan con las diferentes texturas y el elegante amargo de la alcachofa. Muy bueno. Hablamos que quizas no deberían entrar en el mundo del arroz, tan trillado y manido ultimamente en Valencia, la verdad, por fortuna es que sus propuestas son muy amplias y ricas.

No he de olvidar los vinos, a modo de entrada una copa del vino blanco Menade, un Verdejo ecológico, que bueno sus atributos son no ser tan descarado como la gran mayoría de los Ruedas, sin estar dominado por las clásicas notas y la siempre presente levadura.
Y para acompañar toda la comida Aurelio eligió un gran vino, si señor, L´Incoscient 2010, me supo a gloria. Hasta ahora siempre lo he encontrado con un gran futuro, prometedor, pero es que lo pillamos en su punto, redondo y sedoso, muy amable, un bombón.

Dejamos paso al postre del Chef en este caso un flan de mandarina con un coulis de frutas y una mora inyectada de wodka. Es de una textura dura, no le gusta el baile, sabe a mandarina y comes la mandarina. La mora riquísima. Y no pudo añadir más.

Nos tomamos una infusión de Rooibos, contrapunto magnifico para tan rica y sana comida. Tras una buena charla Yelell nos sorprendió, por que sabia de antemano nuestra respuesta, NO. Y fue ofrecernos un licor, bueno va lo probamos, de Jengibre, pasare la nota de cata cuando este al día y deje la gripe en casa de algún amigo.

Sublime riquisssiiiiimo, dulce y picante, aromático, especiado. Muy original.
Y de remate otro de moras, le decimos venga ya, lo probamos, en nariz es el otoño metido dentro de una copa, estamos en un bosque de castaños, entre setas, pisas las hojas de las hayas, revuelves la turba, y en boca?
Ostia arándanos, grosellas, moras,frambuesas, pero en grado superlativo, con un azúcar residual, intenso y vivo, maravilloso y equilibrado. Y todo ello es uva, un vino ( he de descubrir más sobre él) que para la botellita de 50 cl. son necesarios 8 kilos de uva. Imaginaros la intensidad, la fuerza, el placer que conlleva, con un grandísimo retrogusto, como el que deja el Kiaora, con todas las personas que pilotan el proyecto.

Recomendable sin discusión, no os lo perdáis.

  1. #21

    G-M.

    en respuesta a Arrutzi_Najera
    Ver mensaje de Arrutzi_Najera

    "Y todo ello es uva, un vino ( he de descubrir más sobre él) que para la botellita de 50 cl. son necesarios 8 kilos de uva..."

  2. #22

    Fer B.

    Enhorabuena por la excelente crónica y la experiencia vivida, con el plus de peligrosidad que tiene el haberlo hecho con G-M, je, je, je!

    Un saludo!

  3. #23

    Arrutzi_Najera

    en respuesta a Fer B.
    Ver mensaje de Fer B.

    Como lo sabes. Gracias por la nota. Saludos.

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