Ubicado en el hotel 5 estrellas lujo Princesa Yaiza de Playa Blanca, este restaurante de filosofía slow food (la mayoría de los productos son de Lanzarote y la lista de suministradores aparece en la carta) está dirigido en los fogones por el Chef de origen italiano Paolo Soggiu, que si no me equivoco ha trabajado en el Bulli.
El Chef ejecutivo es Carlos Perez Redondo que también ha trabajado con Ferran Adria y Pierre Gagnaire. En 2011 ganaron el premio nacional a la mejor gastronomía de hotel otorgado por la revista Gran Hotel y el premio a la mejor gastronomía canaria.

El restaurante es muy agradable, con un bonito entorno y si se tiene la suerte de estar en la terraza rodeada de palmeras y en primera linea, como nosotros la tuvimos, las vistas panorámicas son de fábula. Las mesas están bien vestidas, bien separadas las unas de las otras, copas correctas en acorde con el local, servicio profesional y en algunos casos "décontracté" - nuestro camarero principal nos cantaba mientras nos servia el vino y nos explicaba historietas cuando nos presentaba los platos -.

Fuimos a cenar ( el uso de pantalón largo es obligatorio para los señores). Proponen un menú degustación y la carta. Optamos por la primera opción.

Comenzamos con :

Ensalada de queso rulo de cabra fresco "Finca de Uga" con chips de morena y vinagreta de higos y mostaza. Muy buena y refrescante

Seguimos con :

Vieiras asadas envueltas en panceta ibérica ahumada sobre compota de tomates de Tias y vainilla y transparencia de cebolla. Una manera diferente de degustar las vieiras. Perfecto

Cherne negro canario con su acompañamiento ( que he olvidado, lo siento.) Excelente punto de cocción

Trou normand : Sorbete de frambuesas, muy apetecible y perfecto para preparar el cambio del pescado a la carne

Cochinillo negro canario y calabaza asada, gel de limón y salsa de miel de barrilla (Plato cubierto en la presentación). Excelente preparación

De postre nos sirvieron:

Coulant de calabaza y chocolate, lo mas flojo del menú

Acompañamos la cena con buenos panes y la regamos con una botella de Stratus (Malvasía seco) muy agradable que acompañó perfectamente toda la cena y una botella de agua de 50cl.

Finalizamos con 2 cafés y mignardises

Los productos utilizados son de primera calidad, la elaboración de los platos es muy buena, se nota que dominan perfectamente las técnicas culinarias con una presentación y una preparación sofisticadas. La filosofía slow food del restaurante es a tener en consideración.

Pagamos 64,72 € por persona. Relación calidad precio correcta. Pienso que es un restaurante para ir al menos una vez para conocerlo, si no se está alojado en el hotel como era nuestro caso.

Es uno de los restaurantes del hotel Princesa Yaiza, pero abierto a todo el público, se entra por la avenida Papagayo. El hotel lo denomina como restaurante gourmet.

La entrada y zona de espera, es amplísima, te reciben con mucha amabilidad y esperas unos minutos en unos sofás, degustando una copa de cava, la espera es corta, no te da tiempo a acabarte el cava, creo que forma parte de la puesta en escena.

El restaurante es amplio, mesas muy bien dispuestas, con buena vajilla y mantelería, tanto dentro como en la terraza, estás muy cómodo, nosotros estuvimos en la terraza, con vistas al mar y disfrutando de la maravillosa temperatura de Lanzarote.

Servicio muy atento y profesional, tres personas se encargaron de nuestra mesa, el maitre y dos camareros, explicaciones de los panes, aperitivos, platos. Los platos llegan cubiertos a la mesa y los destapan delante de ti, puesta en escena.
Pues eso, con esta puesta en escena y los precios de la carta, esperábamos disfrutar de la cena, veamos, cenamos bien, buenas materias primas, pero cuando nos fuimos recordábamos mas el entorno que la comida, aunque el trato y el entorno son importantes, yo prefiero recordar la comida.

De primero tagliatelle de harina de gofio, al dente, buenos y Vieiras asadas enrolladas en bacon, no es un plato muy sabroso.

De segundo, Cochinillo negro de canarias, este si, con un buen trozo de piel crujiente, tierno y sabroso, lo mejor de la noche. También un rabo estofado, bien presentado con un molde, bueno, pero de lejos, no fue el mejor que hemos probado.

La carta de vinos es muy extensa y pasada de precios, pedimos un Martue (23€), muy buenas copas, servido a temperatura, bien tratado, te olvidas de la copa, porque ya se encargan de ir poniéndote vino, la botella la dejan en una mesa aparte, yo la prefiero cerca…

Postre, compartimos un coulant, por dentro con chocolate blanco, muy bueno.
La RCP un poco pasada, es mas el entorno y todo lo demás, que la comida, que insisto, está bien, pero esperas disfrutar mas.