Pues hay que ir

Nada nuevo que no se haya comentado antes. Acceso por el viejo almacén donde una vez dentro te encuentras con un pequeño y ennegrecido comedor, repleto de estanterías con botellas bañadas en capas y capas de polvo, y en un rincón cual capilla sixtina del arte cuaternario, la archiconocida parrilla reclinada de Julián. Mesas compartidas estilo sidrería, manteles de papel y carta de vinos clásica y reducida.
5 personas de vuelta a casa después de 4 días de ruta gastronómica por esa parte del norte, y que siguiendo fielmente las recomendaciones de la DGT y previo vermú por la villa, nos decantamos por los siguientes platos:
-Plato de jamón y caña de lomo - normalito.
-Espárragos con una vinagreta tibia en la que se había aprovechado el mismo caldo de la conserva - deliciosos!
-3 chuletas - buena la primera, notable y excelente la segunda y tercera (cierto es que cada uno de nosotros probó una parte diferente de las 3, por lo que no sé decir si fue justamente eso, el temple y la resolución de Matías en la parrilla, o una inconsciente evolución en mi propio estado anímico, pero esa fue mi sensación).
-4 bandejas de pimientos del pikillo confitados para escoltar la carne - excelentes!!! un 10 a lo Nadia Comaneci!! Los mejores que he comido, y no será porque haya degustado pocos hasta entonces...
-Sorbete de mandarina como colofón.
Las botellas de vino que cayeron fueron de Viña Ardanza, personalmente creo que no puede haber mejor maridaje que un clásico de la rioja alta, ante la ortodoxia de semejante asador y de un parrillero de nota como es Matías.
Finalmente decir que el propio Matías nos comentó que estábamos de suerte ya que en este caso habíamos comido buey, y que pocas veces le entra este tipo de carne. Tengo mis dudas pues el precio no se disparó en absoluto, y algo tan excepcional como es el buey no se suele compartir con el primer fulano que pasa por el restaurante, y con el cual no tienes una relación tan próxima como con otros clientes con los que marcarte ese detalle. Nunca lo sabremos, pero lo que sí sé es que volveré sin duda, ya que creo que es positivo que se mantengan templos como éste, o como el que en su día fue Casa Nicolás. Gora Tolosa!

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