En nuestro periplo por el País Vasco no podía faltar este magnífico asador

En nuestro periplo por el País Vasco no podía faltar este magnífico asador.
Tras mi última visita, que data ya de cinco años, nada ha cambiado; cajas de vino amontonadas a la entrada, las paredes del comedor desconchadas y ennegrecidas, bancos corridos corpantiendo mesa, etc; no obstante, a mi me gusta el ambiente.
Tampoco a cambiado la magnífica chuleta que preparan, como nadie lo hace, deliciosa.
Como se ha indicado en algún comentario, Matías, -que no pierde ojo por el comedor-, ya cansado de sudores, ha delegado las funciones en la parrilla a la vista en un chaval que lo hace francamente bien, muy bien, hasta el punto que no se nota el cambio.
Carta de vinos limitada a tintos, cavas y champagnes, eso sí, los tintos a un precio no demasiado subido; coperío de batalla.
Tomamos un Pesquera 2004, muy bueno y a su temperatura, y un Santa Digna Cabernet Sauvignon que no me gustó, -demasiados especiados, celulosa y notas herrumbrosas que, eso sí, se atenúan con la aireación-.
Mención aparte merecen los pimientos confitados, que cosa tan buena, inigualables.
Tras los cafés, orujos, pacharanes, y el Montecristo de rigor, salimos como unas castañuelas los últimos y pasadas las cinco y media de la tarde, sin que se molestaran ni hubiese una mala cara.
Tras visitar el local abierto en Madrid, decididamente me gusta más el de Tolosa.
El cinco se lo merece ya que, en mi modesta opinión, es la mejor carne que he probado.

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