Situado en la popular zona de tapeo zaragozano “El Tubo”, en un edificio histórico (catalogado) que desde el año 1825 se destina a la restauración. El nombre “Lac” atiende al apellido de sus fundadores, franceses de origen, que huyendo de la situación convulsa provocada por la revolución francesa, fundaron este restaurante.
En el año 2008, aprovechando la “Expo de Zaragoza”, Ricardo Gil tomó las riendas de este Restaurante. Se puede decir que éste es una sucursal del Restaurante 33 que tiene en Tudela (Navarra).
El establecimiento fue restaurado completamente, respetando lo más fidedignamente posible la decoración original. Se ubica en el primer piso. Numerosos son los elementos decorativos que me llaman la atención: la escalera de hierro forjado, los artesonados de madera del techo, las armariadas, las lámparas y el protagonista suelo de parquet. Las mesas y sillas vestidas en blanco, convenientemente separadas.
La cocina podríamos catalogarla como tradicional por el producto en el que versa su oferta, pero a la vez creativa, innovadora y experimental, por las técnicas aplicadas a un producto como es la verdura, siempre relegado a ser un sencillo entrante o la guarnición de platos de más enjundia. La protagonista principal es la verdura, son unos auténticos apasionados de la misma, conocen todas sus propiedades, sabores, tiempos de cocción y combinaciones posibles. Investigan continuamente sobre las distintas verduras y se abastecen de su propia huerta. Así nos lo demostró el propio Ricardo Gil, quien en el trascurso de la sobremesa nos ilustró sobre las bondades y particularidades del cardo rojo y de cuándo la “pocha” sufre su metamorfosis de verdura a alubia.
El servicio es atento, diligente y dispuesto. Las copas de cristal fino y con los consiguientes cambios en cada referencia distinta.
Nuestra experiencia
Nos prepararon un menú degustación consistente en:
• Cebolletas confitadas al Chardonnay y pimientos de cristal asados al sarmiento, delicado sabor el de la cebolla y suave el ahumado del pimiento.
• Puerrito enano frito dos veces, esta tal vez fue la elaboración que me dejo más frío.
• Milhojas de patata confitada en aceite de codillo de jamón con tallos de borrajas y sus cremitas. Buena combinación, aunque para mi gustó demasiada cantidad de patata.
• Judía verde salteada con ajo seco, tomate y cebolla asada y lasca de patata confitada, jugo de tomate y crema de patata. Excelsa materia prima.
• Penca de acelga rellena de jamón ibérico con velute de hongos y salsa holandesa en pomada. Sabroso y potente, una de las elaboraciones que más me gustó, si no la que más.
• Alcachofas fritas con foie fresco y puerro crujiente. Las verduras crujientes contrastaban con la melosidad y densidad grasa del escalope de foie fresco marcado a la plancha. Sencilla y conocida combinación pero muy resultona.
• Pochas de Tudela con piparras jóvenes encurtidas. Deliciosas, delicadas y suaves.
• De postre: torrija e higo confitado relleno de mousse de queso. La mousse de queso le quitaba pesadez, equilibrando el dulzor de la torrija.
Armonia
Los vinos con los que armonizamos la comida fueron casi todos oriundos aragoneses y fueron los siguientes:
• Coto de hayas Chardonnay 2011, de la D.O. Campo de Borja, que no me convenció demasiado.
• Absum varietales 2009. D.O. Somontano. Coupage: 60% Chardonnay, 25% Gewürztraminer y el resto un 15% Pinot Noir que, como dijo Aurelio, le daba un carácter vinoso a este vino blanco, realmente bueno.
• Rosado de Aylés, coupage de garnacha y syrah, sabroso, rosado con alma de tinto.
• Peña Caballera 2010 de Bodega Marañones, una garnacha madrileña elegante y fina, de taninos presentes pero sedosos, con una muy buena acidez que le otorga frescura. Armonizó muy bien con las elaboraciones de verduras, especialmente con las pochas, a pesar que no estaban elaboradas con grasas animales.
Nos permitieron aportar nosotros los vinos sin cobrarnos cantidad alguna por el descorche. Agradecer a Javier, Gabriel y a Aurelio la elección y gestión de la compra. También agradecer a Fernando su aportación de las dos botellas de Peña Caballera 2010, una garnacha madrileña sublime, de la que había oído hablar pero no había tenido oportunidad de probar. Así mismo, he de agradecer a Isaac la cesión de los créditos fotográficos.
Esta experiencia gastronómica fue para mi especial porque fue la primera comida compartida con mis compañeros miembros de la “Peña Gastronómica los Restauranteros”. La comida fue un deleite para los sentidos, una auténtica experiencia sápida pero la compañía fue excepcional. Sé que lo mejor está por llegar y nos quedan todavía numerosas ocasiones en las que compartir mesa y mantel y, sobre todo, “amistad gastronómica”
En fin, ésta es una opción muy recomendable en Zaragoza, después de la visita a este restaurante seguro desterrarás la animadversión (si es que la tienes) hacia las verduras.
¡Un restaurante que no te dejará indiferente!
Mira las fotos en: http://www.vinowine.es/restaurantes/restaurante-casa-lac-pasion-por-la-verdura.html