Nos llevaron unos amigos del barrio de Ruzafa por nuestra afición a la cocina asiática, si bien la cocina china es la que menos expectativas nos levanta.
El local es un antiguo bar con larga barra de las de toda la vida y una descuidada estética. Esto, la primera vez que entré me hizo enarcar las cejas y temerme lo peor... pero había que esperar y confiar.
Solo al abrir la carta te das cuenta de que los platos no son los típicos de restaurante chino de barrio, sino que empiezas a leer cosas interesantes, productos exóticos y platos de palabras impronunciables que deberás preguntar a la camarera en qué consisten. El caso es que nuestra elección fue excelente y todo lo que comimos estaba muy bueno. Hemos vuelto como unas cuatro o cinco veces más y siempre hemos comido muy bien.
Las berenjenas con soja son riquísimas, los arroces fritos muy buenos, nada de tres delicias, el pato Pekín riquísimo, aunque siempre hacen cortos con las tortas y hay que pedir, el cordero con cominos y jengibre tiene un toque de comida mongol...
Del tema del vino olvidaros, por supuesto. Las copas son de batalla y la escasa selección de vinos para olvidar.
Si se sabe a lo que se va no defrauda y, a qué se va: a un restaurante chino más bien cutre a probar platos que no encuentras en otros lugares.
La comida la marco como "buena" en el marco de los restaurantes de esta categoría.
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.