Caro, malo y con una dirección prepotente

Quisimos coronar una visita a Madrid comiendo carne y siguiendo el consejo de un camarero de los alrededores, aterrizamos en La Cabaña Argentina. Atractiva parrilla mirando al exterior, apariencia impecable... entramos.

El servicio, correcto aunque bastante poco experimentado. Pedimos una ensalada de cogollos de Tudela para compartir y dos cortes de carne: bife de lomo alto y entraña. Especificamos que lo queremos poco hecho. Indicamos también que queremos la ensalada para compartir y que nos sirvan la carne después.

La ensalada -adjunto fotografía- consiste en 6 cuartos de cogollo (es decir, cogollo y medio) con cinco anchoillas (ni siquiera una por trozo de cogollo), dos hojas de hoja de roble, una cucharada de atún desmigado (del barato) y una cucharada de zanahoria rallada de bote. Por 12 euros se podría servir algo más digno...

Nos sirven la carne sin esperar a que terminemos la ensalada y no nos retiran los platos. Tenemos que pedir que nos los cambien para no comer la carne con el sabor del aceite y el vinagre de la ensalada.

Empezamos con el bife de lomo alto y para nuestra sorpresa, está templado tirando a frío. Para el segundo trozo que nos llevamos a la boca la carne está fría, incomible. Llamamos a la camarera que se justifica diciendo que habíamos pedido la carne poco hecha (lamentable). Le pedimos que nos la caliente y nos vuelven a traer el bife fileteado y hecho en exceso. Como una suela de zapato. Lo dejamos en la bandeja y pasamos a la entraña.

La entraña está correcta aunque ligeramente correosa. En la carta aseguran que está elaborada con "las mejores carnes de España", un increíble alarde de soberbia para definir a una carne que peca de muy corriente.

Pagamos casi 100 euros y a la salida preguntamos por el encargado. Mi compañero, francés, periodista gastronómico, como yo, acude directamente a él para quejarse y éste se limita a mirarle con una sonrisa despectiva y reírse de él. Además añade, en el colmo de la chulería: "¿No querían la carne poco hecha?". Tratamos de explicarle que acudimos regularmente a restaurantes, que la carne, se sirva poco o muy hecha debe estar siempre caliente por dentro, y nunca fría, algo que se consigue sacándola con tiempo del refrigerador o, en este caso y muy probablemente, el congelador.

El intento resulta como hablar con la pared. No sólo no dejó de reírse (literalmente) de nosotros sino que en el colmo de la mala educación, cuando nos disponíamos a salir, añadió "francés tenía que ser". Una frase lamentable para una persona que, no me cabe ninguna duda, ha tenido que sufrir en más de una ocasión comentarios despectivos relativos a su origen. Es increíble comprobar que el racismo puede instalarse hasta en los colectivos que lo sufren más a menudo.

No me cabe la menor duda de que en Madrid deben existir excelentes restaurantes argentinos llevados por buena gente. La Cabaña Argentina es puro envoltorio de celofán para un regalo podrido.

  • La ensalada: cogollo y medio y cinco anchoillas

    La ensalada: cogollo y medio y cinco anchoillas

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