Situado detrás de la Plaza del Ayto, en una perpendicular a c/San Vicente, se encuentra este local dividido en dos pisos. En la de abajo se sitúan la barra y algunas mesas, mientras que en la de arriba, algo falta de luz, hay otras mesas, que es donde nos sentamos.
Cocina de raíces orientales, con toques de fusión. En menú de mediodía probé un hummus casero de buen sabor, una correcta ensalada Michel, con aliño de jengibre (de ahí el nombre del local) y naranja y un buen curry tailandés rojo de pollo.
La atención es afable, pero no puedo hablar de los vinos, ya que no pedí carta ni tomamos.
Punto y aparte son sus muy interesantes cócteles, tanto para antes como para después de la comida, destacando una amplia selección de ginebras alejada de los parámetros habituales. Creo que los miércoles y jueves tarde tienen una actividad relacionada con las ginebras, a partir de las 8.