Segunda visita a este restaurante. Menú corto de sábado a medio día, no habia tiempo para mas.
El personal de sala amable y menos formal de lo que puede parecer. Educados y muy bien preparados.
La cortesía inicial generosa, los entrantes sabrosos, destaca la quisquilla a la que quitaría los dados de calabaza, el farton muy bueno y la ensalada de cherrys sensacional. El arroz en su punto, aunque un poco falto de sabor, es curioso que estando todo en su punto (grano y calamares) el grano no había cogido todo el sabor del caldo ¿?. Supongo que manías mías. El postre fabuloso.
El vino Bobos de finca la borracha, a temperatura y muy bien servido en copas riedel
Muchas gracias.
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