Local típico del Barrio del Carmen y Ruzafa : decoración vintage, poca luz, todo en color verde tapete de billar, ambiente y servicio informal,...
Las mesas y las silla altas no son muy cómodas para una cena larga y son algo estrechas. El servicio discreto, comimos todo en el mismo plato, servilletas y caminos de papel verde franela.
Pedimos unas tapas para compartir : croquetones de cocido y de queso parmesano (estaban buenos), calamar a la plancha con cebolla y sobrasada ( sobraba esto último porque se comía el resto de sabores), brocheta de pollo con miel ( le faltaba sabor y el pollo estaba seco). Lo mejor de la cena los postres, pedimos una tarta de queso con fresas para compartir (por esto de la dieta), que estaba realmente buena. En cuanto al vino la carta no era muy extensa, pedimos un Monteabellon por 15,5€ (no es de los mejores que he probado). Al final la cena nos salió por 50,30€ para dos personas, no está mal.