Poco que añadir a lo que se ha comentado hasta ahora.
Pocas mesas, muy juntas, siempre con gente, con mucha gente, y por tanto algo ruidoso.
Pero con una comida y unas tapas de las mejores de Zaragoza.
Una buena y larga carta de vinos, que tratan con cuidado y cioerto esmero y a unos precios contenidos.
Buen servicio.
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