Restaurante Borago en Zaragoza
Restaurante Borago
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

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Añadir vino por copa

Precio desde:
48,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Domingo
Nota de cata PRECIO MEDIO:
49 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
5.3
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
6.0
Comida COMIDA
7.0
Precio medio entorno ENTORNO
4.5
RCP CALIDAD-PRECIO
4.5
Opiniones de Borago
OPINIONES
2

Después de varios intentos finalmente he podido cenar en este restaurante que fue recomendado por un amigo.
Ubicado en el centro de Zaragoza, en el local de una antigua cervecería/restaurante. Mantiene la decoración antigua, que para mi gusto debería ser remozada para que el nuevo restaurante tuviera su propia personalidad, al menos el restaurante.
El comedor estaba al completo con lo que me lleve una agradable sorpresa para ser una cena entresemana. Es bastante inusual por estos lares encontrar restaurantes en días laborales con cierto “ambiente” si te sales del circuito clásico.
Mesa, cubertería y copas correcto.
El servicio atento y amable, tardo un poco más de lo normal en tomarnos la comanda y en servir los platos, me imagino que tampoco el restaurante pensaría llenar el comedor un miércoles.
Nos decidimos por un par de entrantes y un segundo para cada uno, todos seleccionados de la carta. Me fije en que tenían menú degustación (alrededor de 65€ creo recordar) y menú “ejecutivo” (Unos 22 €). El primero no lo decidimos ya que nuestro invitado era musulmán y varios platos llevaban alcohol y cerdo.

Aperitivo cortesía de la casa.
Galleta con crema de anchoas y queso. Bien.
Mini Pata brava. Normal
Mini cóctel de margarita. Un margarita a menor escala, sin más. Normal.
Quiero mencionar que también nos sirvieron un aceite de oliva para degustar con una hogaza de pan de pueblo. Aunque este detalle siempre es bien recibido por los aficionados a untar como yo, no me gusto que no nos dejaran la botella para saber un poco más del aceite o para servirnos nosotros. Esto se debería de cuidar un poco más.
El servicio de pan fue toda la cena con este mismo tipo, se echa en falta la variedad de panes de otros restaurantes.

Entrantes.
Tempura de calçots con salsa romescu. Nunca los había probado en tempura y nos gustó a todos especialmente la textura de los calçots. La salsa bastante acertada para mi gusto. Ya sabemos que es la gracia de este plato.
Arroz trufado y huevo. Risotto de arroz con una yema de huevo y trufa natural servida en cada plato por el camarero, en cantidad considerable para el precio que tiene. Bueno y cantidad generosa.

Segundos.
Aquí todos fuimos unánimes y nos decantamos por un rape con una cama de patata, alcaparras y espuma de limón. La pieza de rape estaba en su perfecto punto, delicada. De los mejores rapes que he probado.

Postre.
Los postres se quedaron para mejores ocasiones y por parte de la casa nos sacaron un chocolate con churros. Servido en una taza de café, chocolate frio, más una mousse de chocolate que el típico chociolate con un crujiente de churros en la primera capa. Muy bueno y sorprendente. Siempre agradezco el detalle de sacar algún dulce durante los cafés o al terminar la comida, ya que muchas veces el postre es ya demasiado y un pequeño bombón o postre es más que suficiente.

Vino. Nos decantamos por un Quinta Quietud 2003 que no defraudó. Servido con temperatura correcta.
Total de la minuta: 144,00 € de tres personas, incluyendo agua, vino y café.

Buena calidad de los productos y muy bien cocinados, precios un poco caros, sobre todo los de la carta. Selección de vinos extensa con referencias de las principales denominaciones y alguna particularidad. También vinos del mundo. Precio de los vinos normal.

Hace poco visité un nuevo restaurante en Zaragoza, y al ser la experiencia un poco irregular, preferí dar una segunda oportunidad tiempo después, y no introducir comentario. En este llevaba la misma intención, pero pienso que la impresión fue mejor, por lo que esta vez si lo hago.
Como pone San Google, el curriculum del propietario y chef contiene referencias tan sabrosas como la Granada y el Lilas Pastia de Huesca.
El sitio.
El local se ubica en las mismas instalaciones que el antiguo restaurante Cruz Blanca, ¿esto es una cadena de Cruzcampo?, que cerró. Por este motivo, la decoración sigue manteniendo cuadros con fotos antiguas de fábricas de cerveza Cruzcampo, y decoración en escayola de los techos con el mismo nombre y logo. Supongo que ya bastante aventura es abrir un negocio en la actualidad, como para gastarse un dineral en cambiar la decoración de arriba a abajo. Es una excusa entendible, aunque queda como mínimo raro. Por lo demás, aspecto rústico, con ladrillos caravista antiguos, bien.
El restaurante tiene dos plantas, la calle, con una amplia barra y zona de comedor, donde también se degustan tapas. Abajo, otro comedor, donde nos ubicaron.
Nuestra mesa, estaba pegada a una pared, ya que había una cena de grupo al lado, de la que nos separaba un biombo, por lo que no sé decir la configuración habitual. Pese al susto inicial, por el gran grupo, cenamos medianamente tranquilos. Eso si, nuestra mesa, en mi opinión, era excesivamente pequeña, por lo menos poco cómoda para dos comensales con sus copas, botellas... Menaje correcto.
La cena.
Tras revisar el menú degustación, del que no nos encajó alguno de los platos; y el del día, que nos pasó parecido; decidimos tirar de carta. Existían algunas sugerencias fuera de carta, por ejemplo, las setas que elegimos.
Entrantes de la casa.
Mini hamburguesa de queso parmesano. Floja.
Patata brava. Una pequeña patata partida por la mitad con salsita encima. Sin más.
Bloody Mary. Bien.
Platos a compartir.
Carpaccio de pato y pulpo con mandarina y vinagreta de mostaza antigua. Lo más flojete. El pato y el pulpo carentes de sabor, se apoderaba la vinagreta y ni te digo si lo mezclabas con la mandarina.
Salteado de setas surtidas. Boletus. Rebozuelo. Llanega. Trompetilla de los muertos. Lengua de vaca. Muy buenas, sabrosas, salteadas en un buen aceite. Y que a deseo las tenía.
Vieira, papada de ibérico, ajetes, limón y jugo de patata asada. Este plato ya lo habíamos probado, ¿novodabo?. Todo bien por separado y en su conjunto.
Segundos.
Bacalao con pasas de ciruela y tomate, café y crema de aceite. El producto muy bueno, un lomo perfectamente cocinado. Acompañaba bien la guarnición, con una buena y sorprendente conjunción entre pasas y café.
Calamarcitos con cebolletas, patata chafada y jugo de borrajas. De nuevo gran producto, y en su punto, tiernísimos. El jugo de borrajas pasó algo desapercibido.
Postre.
Coulant de chocolate con menta helada. Buena ejecución de un postre que siempre nos gusta.
Petit fours.
Cookie. Trufa de cacao y chocolate picante, este último picaba de verdad, pero sorpendió. Los primeros, lo esperado.
Un Gin tonic de Martin Miller con Fever Tree.
El vino.
Me comentó el jefe de sala que estaban cambiando la carta, pero bueno, la que estaba correcta, con referencias variadas, tanto geográficamente como económicamente; de un nivel alto para lo acostumbrado por estos lares. Los precios muy bien en general, invitan a consumir.
Tomamos Mengoba tinto 2008, animados por la grata experiencia de la versión blanca. Un buen vino, del que lamentablemente no tomé nota de cata. Quizás la percepción fue que no le acompaña tanto la RCP.
El vino bien de temperatura, el servicio correcto, dejaron la botella y cuando el trajín se lo permitía te rellenaban.
El servicio.
El lugar se nutre de gente joven en cuanto al servicio se refiere. Chavales con ganas de agradar y de trato muy correcto. El jefe de sala, bien, aunque enseguida delegó en un camarero, debido a la faena que le generaba el grupo. Nos hizo un favor, ya que mención especial requiere este chico. Exquisito en el trato, amable, agradable, entendido y sabiendo en todo momento estar. Cuando el grupo se relajó, la situación nos permitió departir con él acerca de comida y vinos. Nos sacó un moscatel de la zona de Logroño de vendimia tardía, que maridó de cine con el postre como aventuró. Un vino con gran expresión varietal, en ningún momento enmascarada por el dulzor. Es una pena pero no me lo apuntaron y mi cabeza... Le felicité al final, y me quedé con las ganas de hacer referencia al mismo al propietario. Lo haré la próxima.
Conclusión.
Restaurante donde destaca la calidad del producto y la buena mano en la cocina, que a mi parecer es mucho. Sinceramente esperaba quizás algo más de atrevimiento, no sé si la intención es jugar a lo seguro en plaza tan conservadora como la nuestra, o con el tiempo soltar algunas creaciones, evolucionando más hacia la cocina de autor. En nuestro caso, ese conservadurismo baja puntos, ya que buscamos algo diferente, siempre envidiosos de los comentarios de los foreros en otros restaurantes y ciudades.
Quitando vino y Gin Tonic, 50€ por cabeza.

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