Hace muchos años que voy als Tinars con mayor o menor asiduidad. En su momento, fue mi primera estrella. Estoy hablando de su primera época de estrellado. Aquel primer día, conocí las "Patates Tinars" y en ninguna de mis muchas visitas posteriores han faltado.
Cuando lo llevaban los padres de los actuales propietarios el trato era un poco más cálido. Sin pasarse (la simpatía nunca ha sido uno de los valores de la casa) pero sin la tensión que percibes en la actual jefa de sala, Helena (especialmente cuando lleva el pinganillo puesto). Respecto a la cocina, a pesar de que me gusta la cocina creativa y estoy abierto a todo, en este caso acostumbro a decantarme por la cocina de siempre antes que por la "cocina de Marc" sin con ello desmerecer el meritoria y reconocida capacidad para reinventar la casa.
Después de esta introducción que me ha salido un tanto crítica, la pregunta sería: "¿y por qué sigues yendo?". La respuesta es sencilla: porque se come muy bien siempre. Nunca llegas a la máxima emoción (la mía con las patatas es puro sentimentalismo), pero siempre andas cerca.
En nuestra última visita comí:
-1/2 de tartar de atún. Sabroso, textura perfecta, meloso. 8,5
-1/2 de patates Tinars. Todo dicho. Un 10 (más subjetivo que nunca)
-Un solomillo de ternera con jabugo y queso. Estaba muy bueno. Los ingredientes mandan. Y la calidad del producto, intachable. Sin embargo, le faltaba un algo que no soy capaz de definir. 7,5
Probé la sopa de tomate natural que pidió mi mujer. Buenísima: 9
Y la media ración de tataki de buey gallego. Impresionante: 9,5
Ella siempre pide mejor que yo (o yo soy como un niño malcriado y siempre me gusta más el juguete que no es mío...)
Bebimos un Camins del Priorat de 2009, mucha agua, café, cortado y un GT de Bombay Sapphire.
A pesar de la frialdad de su servicio y de un ambiente general bastante rancio, no dejaré de ir.
Por cierto: vuelvo a propener un apartado para valorar el servicio.
Gracias, Sherry.
Yo creo que en este caso sí que es posible abstraerse, ya que más que un mal trato, lo que hay es un trato frío y distante. En mi caso, no lo veo tan exagerado como para no ir, Jerónimo. Y queda compensado por lo bueno que está todo...
Hombre, es que si encima te maltratan.....
Hay tal cantidad de buenos restaurantes en la provincia de Girona que me es imposible visitarlos todos, y puestos a descartar algunos, el trato frío y distante es uno de los motivos.
Pero para gustos los colores.
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