Restaurante muy decepcionante, en el corazón de Bilbao, rodeado de bares de pinchos baratísimos y buenísimos, que por la pinta y lo que dicen que son debería ser una maravilla. Nada más lejos de la realidad. Está en el hotel Abando (4 estrellas). Cené solo, y solo había dos mesas más. Pretendía dejarme sorprender sin importar el dinero, aprender algo de la cocina vasca, tradicional o vanguardista, lo que fuera, y me llevé una desilusión. La carta de comida era discreta, y la de vinos ridícula, muy corta y corriente, a la altura de cualquier bar de polígono. Cené unos boquerones frescos salteados con ajos, y un bacalao en dos salsas, vizcaína y pil-pil. Los boquerones, que ellos llamaban anchoas, bien, muy frescos, muy sencillos, y el bacalao mal, duro, seco, mal desalado, la salsa pil-pil insípida. Además las raciones eran muy pequeñas y el precio muy grande: eso y una botella de agua normal 35 EUR. Si añadimos camareros correctos en el trato pero sin conocimientos a la altura de lo exigible en un restaurante de esa talla... nos queda una sensación muy mala. Quise probar el menú degustación, pero decían que para mí solo no. Lo único bueno era el precio de los vinos, y a la sazón me tomé un Taittinger para enjuagar el mal sabor de lo demás, por 35 EUR más.