Bien Resuelto

No se parece demasiado a los tradicionales asadores vascos, al menos en su aspecto, ya que el local es muy básico y con una decoración bastante simple, y añadiría que si no fuera porque se come regularmente no es un lugar donde pasar demasiado tiempo ya que el restaurante se encuentra en una especie de sótano por donde no entra ni un rayito de luz ni existe una ventana.

Dicho lo cual, en este caso, lo importante son las viandas. Nos habían recomendado el rape asado y el chuletón. Eramos cuatro y además de unos excelente espárragos cojonudos, degustamos las dos recomendaciones. El rape a la parrilla nos pareció realmente bueno, sin duda, lo mejor de la cena. El chuletón, eso sí, no estaba a la altura. Nos pusieron una pieza que en cualquier caso podría pasar por un buen entrecot, pero no desde luego por un clásico chuletón. De todas maneras no hay queja al respecto de su sabor y tampoco de su punto. La guarnición bastante pobre: unos pimientos del piquillo (sin asar) más que vulgares y acompañados de unos champiñones con un chorretón de aceite de oliva. Sin duda una guarnición deficiente.

Acompañamos la cena con dos botellas de un Ribera del Duero, poco conocido, al menos para mi: Montecastro, un crianza del 2005 con 17 meses en barrica de roble. Acertamos en la elección al dejarnos llevar por la recomendación del dueño. Los postres tampoco nos quitaron el sueño, aunque el sorbete de mandarina rociado con vodka tenía su punto. En definitiva, un restaurante bien resuelto, aunque sin pasión, y donde el rape asado es la estrella.

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