Una nueva visita para comprobar que nada cambia en este restaurante, se cocina a la plancha o al horno según el tipo de pescado se trate, pero sea el que sea siempre siempre es fresquísimo.
Anna ha modernizado su pizarrita, la que usa actualmente es magnética y en unos pequeños rectángulos está escrito todo lo que este dia puede ofrecer, lo separa en entrantes, entrantes plancha, pescados plancha y pescados horno, actualmente y como novedad en todos los casos el precio está indicado en el caso de los pescados el precio es por kilo.
Compartimos seis anchoas, el precio es por unidad, muy buenas y de buen tamaño acompañadas de pan con tomate y unos excelentes sepionets “a la bruta”, es decir sin limpiar con toda su tinta y hechas simplemente a la plancha, excelente producto y con acertadísimo punto de cocción.
Seguimos con dos raciones de negrito con un peso total de 680 gramos, como comenté en alguna reseña anterior es un pescado de una delicada carne muy blanca y muy buen sabor, hecho con un magistral toque de plancha.
No pudimos prescindir de los postres que se elaboran en la misma casa, un muy buen tiramisú y profiteroles con buena nata y un mejor chocolate negro y espeso servido aparte en una pequeña jarrita.
Un buen pescado merece ser acompañado por un buen vino, en esta ocasión optamos por uno de la D.O. Penedés, Waltraud elaborado con uvas de la variedad Riesling por Bodegas Torres, con precio muy parecido al que se puede encontrar en tiendas on-line especializadas. El servicio del mismo fué únicamente el descorche.
Finalizamos con dos buenos cafes.
Una muy buena relación calidad, producto, precio que hace de Cal Campaner un lugar de referencia al que inevitablemente hay que volver.