Estupenda opción

Pronunciado one-one, no "uán-uán". Es un localito lleno de encanto, con apenas ocho mesas, decoración y atmósfera muy francesa años 70.
La carta es breve y verbal, la enuncia el dueño mientras sirve el aperitivo. Cuatro entradas, cuatro carnes y un par de pescados. Y para qué más. Todo muy acertado de punto y con los platos calientes como Dios manda. Confit de pato, carrillada de buey, revuelto de hongos con foie-gras, y una brandada de bacalao ligada con yema de huevo in situ delante de nosotros, muy de la hostelería francesa retro.
El punto flaco ha sido el vino. Pedimos un ribera con crianza y ni siquiera nos han ofrecido opciones, nos han dicho que el de la casa nos iba a encantar. No ha sido así, un ribera ramplón, mudito, servido en copas aceptables.
El servicio atento y muy profesional. Creo que volveré, si bien impediré que me traigan un vino que no haya elegido.

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