Buen rumbo

Local clásico, en la no menos clásica calle santanderina del “Río de la Pila”, creo que fue el punto de inicio del malogrado Víctor Merino, y desde aquí paso por El Molino y Cabo Mayor.

El local es clásico, con varias barricas decoradas con pinturas realizadas por artistas de nivel.

Viernes por la noche, acudo con un grupo reducido con un menú concertado. Sala amplia con ocupación al 100% y doblando mesas mas allá de las 24 horas.

Por tanto ambiente bullicioso, pero con techos altos que permiten tolerar bien la conversaciones y por otra parte servicio muy diligente, aunque algunos platos requerían su elaboración inmediata.

A compartir:

Bocartes abiertos en mariposa rebozados: muy buenos, en su punto, recién hechos, en conjunto para repetir al menos o liarse y cenar solo bocartes.

Rabas de calamar, bien sin más.

Emplatados:

Lubina salvaje a la plancha sobre una base de calamar guisado con su tinta: muy bueno el producto y mejor si cabe el punto.

Carrilleras estofadas: aunque es un plato hoy en día muy socorrido y por tanto puede caer en cansar o no decir nada, estas si decían que estaban a muy buen nivel.

Postre de flan de queso con helado de frutas del bosque: cosas sencillas con gran sabor.

No vi la carta de vinos y tomamos el vino cantabro Picos, por una serie de circunstancias, que acompaño en su punto.

En conjunto, local al que hace años no acudía, en el que he apreciado buen rumbo y donde desde luego hay que repetir, aunque eso si, en un día de la semana menos bullicioso, si es posible.

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