Decoración y entorno mágico

Cenamos dos personas en el restaurante de este hotelito en pleno Valle de Ultzama. Solo habia otra mesa ocupada. El lugar es precioso con una decoración de un gusto exquisito que crea un ambiente muy intimo y acogedor. La carta tienen primeros, segundos y postres de los que hay que elegir para componer el menu que por ser fin de semana era 24 euros/pax. El vino aparte. Pedimos un Ochoa tempranillo (x2). La comida parecia mas sugerente de lo que luego era:
Entrantes:
Nos invitaron a un capuchino de boletus: muy bueno
- Esparragos gratinados: los esparragos muy buenos. El gratinado malo y con mucha pimienta
- Crepes de Txangurro: malos
- Lomo de bacalao y sus cocochas en salsa verde. Bacalao totalmente soso y salsa insulsa
- Carrillera de ternera al px. Normal
-Postres ni los recuerdo.
- 2 vodka con tonica Schweppes
En resumen, merece la pena por el entorno pero no por la comida que hay que darle solo un aprobado justito

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