Concepto rompedor en una tranquila localidad

Un año después volvemos a este restaurante, dada la magnífica impresión que nos causó el verano anterior, solo que esta vez cenamos dentro, en un pequeño y acogedor comedor de diseño moderno y muy cómodo. Estábamos solos, todo el mundo se quedaba en la terraza, con lo que estuvimos cenando como en casa.

En este local el amigo Antonio Lorenzo, un cocinero como la copa de un pino, nos propone un concepto de cocina que nada tiene que ver con el de la casa madre El Conjuro, es un concepto de “gastrotapas” y “gastropizzas” realmente rompedor por su calidad y originalidad. Comenzamos con un aperitivo de espuma de patatas con mejillones en témpura sorprendente por su frescura y textura, los mejillones de auténtico vicio. Después fueron desfilando clásicos como el soberbio Carpaccio Sangacho, hecho con vieiras y foie, quizá el mejor carpaccio que conozcamos y otras tapas de nueva creación como los langostinos envueltos pasta filo, producto sensacional y envueltos en una pasta oriental crujiente y chispeante, una maravilla, además del foie acompañado con una compota de “pomodori secchi” siciliano- ¡como prepara el foie este hombre!, y unas berenjenas con velouté de jamón ibérico para chuparse los dedos. Por último llegaron las pizzas, en concreto la Pizza Sangacho, hecha con foie y frutos del bosque y la Pizza escalibada, con una deliciosa escalibada por encima. Pizzas que son verdadera alta cocina accesible para todos. Los postres igualmente fantásticos, con una golosa espuma de galleta maría, una sopa de frutos rojos y un delicado y cremoso tiramisú.

La oferta de vinos no es muy profunda pero hay suficiente para la gran mayoría de la gente, con vinos de un buen número de DO nacionales y un apartado en vinos granadinos, cada vez más interesantes. Los precios son bastante correctos y el servicio muy bueno, tanto en copas como en la conservación y tratamiento del vino. Como Antonio nos deja aportar nuestras botellas la cena pasó a convertirse en un espectáculo comenzando con el magnífico Fino Tío Pepe en Rama –cada botella que abrimos nos gusta más-, un eternamente joven Pouilly-Fumé Pur Sang 1994 de Daguenau, un salvaje -¿cuándo estará esto listo?- Barolo Cicala 1996 de Aldo Conterno y un elegantísimo –es el Zidane de los vinos- Juffer Sonnenuhr Auslese 2004 de Fritz Haag. Un festín total. Servicio de mesas amable y profesional, aunque como estábamos en familia todo fue mucho más distendido.

Fabulosa cena en Sangacho una noche de agosto, solos dentro, tranquilos, con silencio, disfrutando de una cocina conceptualmente rompedora en la zona que nos encontramos y que desde luego resulta deliciosa y original. Como es una zona que visitamos frecuentemente por asuntos familiares tenemos claro que repetiremos todas las veces que podamos. Además y por si fuera poco los precios son muy ajustados, unos 36 euros por persona con todo lo que cenamos. ¡Fantástico!

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