Una gran experiencia en Tokyo

Que la comida japonesa es una de las más refinadas, variadas y sorprendentes del mundo no hay que descubrirlo a estas alturas. Y que a los japoneses les encanta comer, tampoco. Quizás por eso Carme Ruscalleda escogió Tokyo para abrir otro "Sant Pau", y la jugada le ha salido perfecta.
Como mi estancia en Japón era larga, no tenía prisa por probar toda la comida autóctona y podía permitirme un paréntesis en el que volver a sabores más familiares. Sabía de la existencia del restaurante, y después de dar un par de vueltas, conseguí llegar. El local, que puede ser un pelín complicado de encontrar si no se lleva un mapa –como muchas cosas en Japón- ya avisa desde fuera de sus intenciones: fachada limpia, cocina a la vista, Relais & Chateaux. Fuera, decenas de oficinistas impecablemente trajeados comiendo sus “bento” (cajas de comida preparada) y sándwiches, y yo, vestido de turista, entrando a un local de lujo. Me recibió Rie Yasui, la jefa de sala, increíblemente atenta y muy simpática, que habla un castellano de libro y un catalán extraordinariamente fluido. La disposición de las mesas, correctas, bien espaciadas, con grandes ventanales que dan al pequeño parque.
Los menús oscilan desde los 5500 yenes del de trabajo (ahora, unos 50 euros) hasta los 22000 (unos 200); yo opté por el de 8000. Si no me equivoco, tanto los petits fours iniciales como los dulces son calcados a los del Sant Pau original; a la altura de un restaurante como éste, eran delicados y diferentes. Un 10. Igual que el aceite de oliva de Siurana, de sabor idéntico al que uso en casa y cuya procedencia reonocí, sorprendido, al instante. Para beber, pedí un Olvena, que desconocía pero me sorprendió gratamente. Era el primer vino tinto que probaba después de un mes en Japón, y el reencuentro fue de lo más gratificante.
De los platos, siento decir que después de casi 3 meses algunos se difuminan en mi memoria. Recuerdo un pescado japonés que intentaba imitar a la merluza (explicación incluída), de textura perfecta. Recuerdo el cerdo, de sabor fantástico y guarnición memorable. El postre, refrescante aunque un listón por debajo, pero como ya he dicho, los petits fours finales pusieron el final perfecto, acompañándolo del mejor café que he tomado desde Can Roca (toda una proeza en Japón, país en el que es casi imposible tomar un café medianamente decente) una copa de Bowmore y una agradable charla con Rie.
En definitiva, sé que quizás a muchos sorprenda el irse a Japón y probar un restaurante gemelo de uno que tenemos mucho más cerca, pero creo que no importa el lugar ni el momento si uno va a salir tan satisfecho de un local, ¿no creeis? Y si encima lo acompañamos de un servicio impecable, no se puede pedir más. Bueno, que suba el euro para que sea más barato, ¡eso sí!

Precio sin vino y licor.

  1. #1

    2 A Taula

    80€ de media, te quedas corto.yo pague la primera 210€ y la segunda 232€,fui por trabajo ya que si es por ocio no voy,lo encuentro tan desproporcionado este restaurante.las dos veces que fui estaba casi vacío.servicio atento?es normal,estamos en Japón,por ese precio como el mejor sushi de tokyo o me voy a mibu.

  2. #2

    Locnar

    en respuesta a 2 A Taula
    Ver mensaje de 2 A Taula

    Hola, y gracias por tu comentario. En principio, como indico en la reseña, es precio sin vino ni licores. Eso quiere decir que aún me paso, puesto que 8000 yenes no equivalían a 80 euros. Personalmente, creo que es relativamente fácil comer por 100 euros (y eso que el yen está por las nubes), y creo que es bastante meritorio que un restaurante de dos estrellas, clónico de un 3 estrellas, ofrezca menús desde 5000 yenes (en 2008, poco más de 30 euros), cuando habitualmente sólo disponen de uno de precio elevado.
    Obviamente el servicio en Japón no se puede ni comparar con España, pero en el Sant Pau me sentí muy agusto, como en pocos sitios durante mis tres meses allí.
    Por otra parte, y según tengo entendido (aunque puedo estar equivocado), el Mibu es sensiblemente más caro (sobre mil euros).
    Y sí, es posible que no todo el mundo hubiese ido a un restaurante de cocina mediterránea en Japón, pero las circunstancias coincidieron para que me apeteciese acercarme y probar la aventura tokiota de Ruscalleda, y no me arrepiento en absoluto. Aunque por supuesto no descuidé el buen sushi ;)

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