La zona de Las Arenas (balneario aparte) es una zona muy socorrida por el turista de arrocito, sangría y playita. Con este planteamiento se llena muchos festivos del año (los 9 meses de buen tiempo) y más en época de comuniones, día de la madre y similares. Ayer fue un día de esos.
Con gente de fuera para evento familiar, cometes el error de preguntar ¿qué y donde quereis comer?. La respuesta estaba cantada: paella y en la playa.
La falta de coches impide desplazamientos fuera de la ciudad, así que limites tus opciones al frontal de la costa: las Arenas o Malvarrosa. Pues bien, hay quien se esfuerza por sobresalir en la amplia competencia que le rodea, haciendo buenas paellas y ofreciendo unos vinos fuera de lo habitual en sitios que te entra arena en el zapato.

El local con la distribución clásica de la zona: entrada, baños cocina y comedor hacia la plata, con terraza abierta o cerrada al paseo marítimo. El que tenga cerrado con cristalera se convierte en muy necesario en esta época para evitar corrientes.
¿Ruidosos? Todos son ruidosos y más si hay comuniones y similares.
Manteles y servilletas de tela (no todos son así), cuberteria, copas y vajillas de batalla. Servicio amable, profesional, agobiado pero que cumple más de lo esperado cuando atisbas el panorama.
El pan tipo bocadillito básico.

Carta de comidas con entrantes clásicos del lugar, buenos arroces (mejor encargar). Carta de vinos con predominio de vinos menos conocidos y con buena calidad; precios correctos; se nota que hay gente que se preocupa por este tema.

Comida para 15 personas y paellas encargadas. Pedimos entrantes:
. clochinas: es el inicio y hay que aprovechar. Bien hechas.
. puntillas: correctas, nada aceitosas pero más rebozado que producto.
. tomate raff con ventresca: buen tomate, maduro y sabroso; ventresca correcta
. ensalada con cola de gambón: mucho verde de hojas diferentes, bien aliñado y un gambón a compartir.
Nos aconsejaron pedir solo 3 raciones de cada plato para llegar con hambre a la paella.

Para todos paella valenciana (3 paellas de 5 raciones): cumplida de tamaño, incluso sobró. Buen punto de cocción del arroz, buen fondo, buenos ingredientes de verduras, abundante carne de pollo (algo seca), buena cantidad de alcachofas (buen punto de sabor) y caracoles. Una de ellas con demasiada presencia de romero.

Postre: mixto de fruta pelada (kiwi, fresa, piña, sandia), helado de mandarina (destacable) y tarta de queso (prescindible).

Tomamos 4 botellas de El Angosto blanco que gustaron, aparte de agua Lanjarón, un refresco y 3 jarras de cerveza de presión al principio. Rematamos con 11 cafés variados y un orujo seco.

Para el postre comentamos un dulce y se ofreció un Vegamar dulce 2015 hecho bajo la supervisión de Pablo Ossorio según me comentaron. Detalle de la casa que no cobraron.

Al final comimos y bebimos bastante mejor de lo que esperaba. Buena opción en la zona.

Estuvimos mi pareja,yo y unos amigos y estuvo todo correcto. Felicitaciones.

Fuimos a comer toda la familia (cinco en total )y salimos contentos. El local es bonito, por encima de la media de la zona. El servicio simpático y correcto, con las prisas propias de estos locales el fin de semana, pero atentos a si estabamos a gusto y corrigiendo pequeños fallos. Entre los entrantes destaco los chopitos, francamente buenos, pero sobre todo el arroz del senyoret que encargamos, con su punto de socarrat y gambas grandes y sabrosas. Postres normalitos. La carta de vinos superior a muchos de los restaurantes más famosos que le rodean, aunque en esta ocasión pedimos cerveza Rosita, francamente buena.
En resumen lo pongo en mi lista para cuando apetezca arroz en la Malvarrosa

Todo el mundo conoce los arroces de La Pepica o La Rosa y, en ocasiones, las elevadas cuentas al finalizar la comida. Sin embargo, pocos saben que a tres locales se ubica este pulcro y amable restaurante, atendido magníficamente por Marcial y con unas materias primas soberbias.

Cualquier entrante es bueno (sobre todo, si pides comer en la terraza mirando al mar), pero nosotros nos decantamos habitualmente por las excelentes navajas, la ensalada de tomate valenciano y ventresca y el esgarraet. Todo ello regado con un Casta Diva fresquito.

Sin embargo, su gran fuerza está en ser de los pocos que ofrecen el Arroz Rojo, que toma este color de realizarse con carabineros (que hace 40 años eran las gambas de los pobres). Sabroso pero sin pasarse, con raciones generosas y realizado con mucha mano pese al gran número de comensales que puede albergar el local.

Los postres caseros y la mistela final siempre ponen un gran toque y, para los que hemos tenido la suerte de comer allí, dejan claro que no hace falta que te 'claven' para tomarte un gran arroz en la playa de Valencia.